Cada 5 de octubre, la basílica de la Virgen del Camino se convierte en un foco de atracción espiritual. Más, si cabe, que cualquier otro día del año. Es una fecha marcada en el calendario de los leoneses con tinta indeleble. Se trata de una jornada romera donde junto a la fe y la devoción, visibles ambas en la eucaristía que a la hora del mediodía oficia el prelado de la diócesis legionense, hacen acto de presencia los carros engalanados, los pendones, los bailes regionales, un mercado al aire libre, los tenderetes en los que se pueden degustar el chorizo, la morcilla y los vinos de nuestra tierra, y, cómo no, los puestos que facilitan al romero la adquisición de las típicas avellanas, es decir, los tradicionales ‘perdones’, ponderados por la Pícara Justina. Este año, la Covid-19 lo ha trastocado todo.
En la festividad de San Froilán, patrono de la diócesis, de quien se cumple este año el 1.115 aniversario de su óbito, acaecido en el año 905, la Virgen del Camino concita el fervor de decenas de miles de leoneses y de un número considerable de forasteros, éstos venidos de más allá de nuestros confines provinciales, en su mayor parte procedentes del Principado de Asturias, que, en tan señalada fecha, se prosternan a los pies de la Señora del Altiplano y pasan por el camarín para besar su manto. Es una tradición, tan íntima y tan nuestra, que forma parte de la intrahistoria leonesa, tanto local como provincial, a la que se ha unido esa otra de acariciar la nariz de San Froilán, que se efigia en la puerta sur de la basílica.
La Virgen del Camino es también imagen de rogativas. Y si de más está decirlo, tampoco peco de excesivo si me permito recordarlo. Por eso, su protagonismo adquiere un relieve mucho más acusado cada vez que las nubes del infortunio ensombrecen nuestro horizonte. Así aconteció en 1891, cuando una pertinaz sequía asolaba los campos leoneses.
Con tal motivo, el 22 de mayo del citado año, sábado, la Virgen del Camino se bajó a esta antigua Corte de Reyes. Como la S. I. Catedral de Santa María de Regla de León estaba inmersa en el importante proceso de ‘La Gran Restauración’, (1859-1901), en esta ocasión, a su llegada a esta Urbe Regia, en medio de una copiosa lluvia, la Sagrada Imagen fue trasladada a la iglesia parroquial de San Martín, donde se realizó posteriormente el tradicional novenario. Por la causa apuntada en relación con nuestro primer templo, en el período comprendido entre aquellos años citados, con motivo de otros traslados a León, la Virgen del Camino estuvo también en las iglesias de San Marcelo y de Santa Marina.
Al día siguiente, La Estafeta de León, [23.05.1891, pg. 3], recogía el siguiente comentario: «Algunos espíritus fuertes dudan o quizá niegan en redondo que este remedio pueda venir del cielo. Allá ellos. El pueblo de León, los que habitan en toda esta comarca, creen firmemente que a la intercesión de esta Augusta Señora, que a sus súplicas cerca de su Hijo, deben el beneficio de que disfrutan en estos momentos pues la deseada lluvia ha venido a regocijar sus corazones y ha hecho renacer las esperanzas en los que ya las tenían perdidas». [La Estafeta de León, 23.05.1891, pg. 3].
El traslado de la Virgen del Camino aquel 22 de mayo de 1891 se produjo un hecho, que devino en curiosa anécdota, acontecido en la localidad cercana de Trobajo el Camino. Lo recogió la prensa de la época en los siguientes términos: «Formada la procesión, con las cruces de las parroquias y los tradicionales pendones al aire desplegados, llegó a Trobajo, en donde las mozas del pueblo cantaron a la Virgen, entre otros, el siguiente villancico, que transcribimos por su originalidad: ‘Santa Virgen del Camino, / venimos de mala gana, / porque no nos dejan traer / que te salude tu hermana’. Por motivos que no es del caso referir, existieron disgustos por parte del Ayuntamiento de Villaturiel y párroco de Trobajo, no dejando éste, que como de costumbre, la Virgen de aquel pueblo, [La Virgen del Rosario, patrona de la población], hermana según tradición, de la del Camino, saliera a saludarla, y éste el motivo del sencillo cantar antes copiado». [La Montaña, 23.05.1891, pg. 3].
El 31 de mayo, domingo, de aquel 1891, a las cuatro de la tarde, la Virgen del Camino regresó a su camarín, bajo un torrencial aguacero. Durante el siglo XIX, la Sagrada Imagen vino a León con mucha frecuencia y por diferentes circunstancias. Estuvo en 1853, 1854, 1858, 1859, 1863, 1868, 1870, 1875, 1882, 1887, 1890, 1896, y 1889, además del predicho año de 1891.
Lo hizo también, durante el siglo XX, en 1903, 1904, 1913, 1915, 1918, 1921, 1930, 1938, 1945, 1949, 1961, 1965 y 1980. Sus dos últimos traslados a esta capital del Viejo Reino obedecieron por dos cuestiones distintas, ya en el actual siglo XXI. En 2003, por la conmemoración del VII Centenario de la Catedral de León y, dos años después, en 2005, con motivo del Año Jubilar en el V Centenario de la Aparición de la imagen, coincidente con el LXXV (75) aniversario de su Coronación Canónica, ceremonia llevada a cabo el 19 de octubre de 1930, oficiada por D. Pedro Segura Sáenz, arzobispo de Toledo, Cardenal Primado de España, con asistencia del infante D. Jaime de Borbón, segundogénito de D. Alfonso XIII, en representación de la Casa Real. Era alcalde de León, José Sánchez Fernández-Chicarro.
Según la tradición, el 2 de julio de 1505, la Virgen del Camino se apareció a Alvar Simón Gómez Fernández, pastor de Velilla de la Reina. Han transcurrido 515 años. Desde entonces, la piedad popular leonesa ha impetrado el auxilio de la Regidora Perpetua de la ciudad de León, título concedido por la municipalidad leonesa el 19 de mayo de 1938. Y cada 5 de octubre así lo testimonia.
Máximo Cayón Diéguez es Cronista Oficial de la ciudad de León
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