13/04/2025
 Actualizado a 13/04/2025
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Y entonces, ¿por aquí qué tal? La pregunta resuena estos días por los bares y las casas, en las mesas familiares y las reuniones de amigos, para abrir la veda de las conversaciones incómodas. ¿Te lo cuento en serio? Si se te va a olvidar y la próxima vez que nos veamos me lo vas a volver a preguntar... Entre ofendiditos, los hay que se ofenden por la pregunta y los hay que se ofenden por la respuesta. Bien, bien. ¿Sólo bien? Mal. ¿Cómo que mal? ¿Y eso? Normal. ¡Jolín qué borde! Pues por aquí como en Madrid, Bilbao o Valencia: unos días mejor y otros peor. Antes tenía algo de sentido, cuando las comunicaciones eran otras, pero ahora que retransmitimos nuestra vida en directo y estamos a tiro de cercanías de alta velocidad, la pregunta me recuerda a aquel viejo de Villanueva que estaba en el asilo de Vegas y cada vez que aparecía uno de su pueblo, a unos tres kilómetros de distancia, aprovechaba para preguntarle cómo iban las cosas por allí, si también había llovido, los que seguían vivos y los que no... «Cambia mucho todo», me devolvía, implacable, el vacile que yo intentaba lanzarle, «hasta el habla: allí dicen por riba y aquí por cima». 

Con la Semana Santa, florencen los espinos, se exhiben las intermitencias de la fe y regresan los leoneses emigrados a preguntar que qué tal por aquí y a llenar los maleteros de materia prima con la que, en los próximos meses, combatirán la nostalgia y expandirán el leonesismo por el mundo. La cecina y el chorizo son nuestros particulares donetes: nos salen amigos por todas partes. Buena parte de los embutidos que exporta León los exportan materialmente miles de leoneses después de cada una de sus visitas, sin más aranceles que el índice de triglicéridos en sangre. Pero además de producto, como dicen los hosteleros que han hecho un cursillo para parecer más hosteleros, desde León también exportamos talento. Llevábamos ya muchos años donando jóvenes al mundo y ahora nos hemos venido tan arribísima que literalmente se los donamos hasta a la luna.

Talento ha sido la palabra de moda esta semana en León. Es una palabra preciosa, la verdad, así, tan sonora, rítmica, maravillosamente oclusiva. Empodera. Se te llena tanto la boca al pronunciar talento que te crees que lo tienes. Y nos visitó el Talento Tour, lo cual suena todavía mejor. Talento a diario y a granel. En el programa sólo faltó incluir el rastro... y desde luego no será por falta de talento. Entre la gestión del talento, la generación del talento, retener el talento, el retorno del talento, la ecuación del talento y por supuesto las imprescindibles ‘talent sessions’, se ha pronunciado tanto la palabra talento esta semana en León que a estas horas la ciudad debe de estar aún más llena de genios de lo que ya estaba. Vamos, que no cabemos todos. El Talento Tour formaba parte de una gira por toda España organizada por la Fundación Princesa de Girona, motivo por el que la mismísima Reina Letizia vino a clausurarlo, aportando de paso el glamur y el ejemplo de la Casa Real, una vez más, en cuanto a la importancia del talento a la hora de conseguir cargos.

El talento comparte con el esfuerzo la pertenencia a una industria tan propagandística como buenrollista. Si te esfuerzas, puedes conseguir todo lo que quieras. Sí, sobre todo si naces en Gaza. Del talento lo único que parece importar ahora es su gestión, exportarlo, importarlo, retenerlo, potenciarlo o reivindicarlo, dando por supuesto que todo el mundo lo tiene y dejando muy de lado la necesidad de detectarlo, sobre todo a tiempo. Da la sensación de que, si no hay esfuerzo ni talento, no va a haber salida, pero siempre nos quedará la política. Una salida poco digna, sí, una competición de mediocres despiadados, pero una salida al fin y al cabo. 

Lo que ha pasado mientras disfrutábamos del apasionante Talento Tour ha sido muy significativo del nivel que nos rodea. A propuesta de la Unión de Pueblo Leonés, que ya está a un solo paso de exigir también que nos entreguen la parte correspondiente de contaminación o atracos que se producen en Valladolid, se ha votado en todas nuestras instituciones una moción para pedir que sea León y no Málaga la ciudad que acoja la sede del Centro Nacional de Ciberseguridad. Las mociones, junto a las PNL y las comisiones de investigación, son una forma de postureo político anterior a Instagram... y mucho más cara. El Ayuntamiento de León, la Diputación Provincial y la Junta de Castilla y León no sólo aprobaron la moción presentada por la UPL, sino que además lo hicieron por unanimidad, la misma que nunca aparece para las cuestiones verdaderamente importantes. Esto demuestra lo que se estudian lo que votan, lo que les preocupan las mociones a los que las votan y a los que las reciben. Les faltó mirar con la cara de atención de quien regresa y pregunta que qué tal por aquí mientras piensa en lo bien que hemos hecho mi talento y yo en largarnos. 

Lo publicó este periódico y desde entonces todos callan, miran para otro lado y siguen pujando con devoción sus respetivos tronos: el Centro Nacional de Ciberseguridad que tanta unanimidad política despertó tanto en León como en Málaga, que tantas bocas llenó de argumentos sin la necesidad siquiera de pronunciar la palabra talento (la descentralización, las sinergias del Incibe, la apuesta por la tecnología para atraer inversión y empleo...) no se va a construir ni en Málaga ni León ni en Taranilla, sencillamente porque no tendrá sede física: será algo así como esas placas que ponen en los portales señoriales del centro los médicos con solera. Toma talento. Venga, taluego.

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