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Tango de una moto trucada

24/09/2023
 Actualizado a 24/09/2023
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P asan de largo las reservas, los resorts con animadores enrollados, los vuelos, las prisas, las maletas, los chollos que siempre encuentran los mismos, las guerras de los cuadrantes, miradas de hielo al camarero, fiestas del pueblo con ensaladilla y mesa para los niños, el riguitón creciendo por los escenarios como una enredadera, la sucesión de olas de calor en que se ha convertido el verano, las tormentas, el postureo con copa de balón en las redes, los leoneses saludándose arqueando las cejas por las playas de Gijón o de Conil de la Frontera; pasan también, aunque sea sólo a medias, las cansinas elecciones; pasa la canción del verano si es que la hubo (la mejor de éste se titula ‘Tangos de una moto trucada’ y la firma un tal Ralphie Choo. De nada); pasan todos aquellos planes que durante meses fueron zanahorias en el horizonte y, de repente, llega un momento para el que nadie había pensado nada, nadie había organizado nada, sin compromisos, sin comidas familiares, sin visitas aunque fueran deseadas.Es entonces cuando todo parece que se asienta, la gente se relaja, vuelve a su sitio lo que tiene que volver y desaparece lo que tiene que desaparecer, cuando el personal descubre que, ¡oh, sorpresa!, se divierte más si no se impone la obligación de divertirse.

Por la provincia también pasa de largo el verano sin transición. Vaya con la reserva climática... Recorres cualquier carretera, no importa su titularidad ni su destino, y te van saliendo al paso alcaldes que se lamentan de lo mal que han encontrado el ayuntamiento, de las facturas que van saliendo de los cajones, el peaje de los enchufados, el mal perder de los anteriores y, por lo general, todo entra en el terreno personal y empieza a parecerse a una pelea de verbena: me dijo, le dije, me salta, le pregunto: ¿qué miras? Dan igual la comarca y el partido, porque la monserga suena al fontanero que llega a media obra y te pregunta: «¿Pero quién te ha hecho esto?», como si la culpa fuera tuya. Alguno tiene tan interiorizado el lloro preventivo que se olvida de que el anterior alcalde también era él y de que el posterior dirá exactamente lo mismo a quien le quiera escuchar. Piensas en qué les habrá llevado pues a presentarse a las elecciones y lo equivocados que están si lo que van buscando con ese discurso es compasión, pero luego te das cuenta que ya se han metido en el lenguaje de la administración, vuelva usted mañana, y sólo pretenden argumentar un poco más que no pueden solucionar todo aquello que habían prometido.

Pese a ello, la provincia se engalana para recibir el otoño, los cambios de color político no se pueden comparar con la ya célebre gama de ocres, que brinda a los cursis oportunidades para demostrar que lo son, y el paisaje, cierto que a duras penas, sobrevive incluso a los alcaldes que creen que el mundo empezó cuando a ellos les dieron el bastón de mando. No pasa lo mismo con las escuelas, los centros de salud, las carreteras, las fábricas, los bares, los supermercados... La vida, a fin de cuentas. Al ver tanta desolación a tu alrededor, no sabes por dónde habría que empezar a reconstruir esta provincia, y resulta que la solución que aporta el PP, ese partido que ha demostrado que no tiene demasiado interés en gobernar las instituciones leonesas sino más bien todo lo contrario, es que salgas a la calle para protestar por lo que todavía no ha pasado enCataluña y que, en realidad, no es tan distinto de lo que lleva mucho tiempo pasando allí. Llama a manifestarse contra una hipotética amnistía un señor que, en realidad, si no está en la cárcel es porque lleva veinte años disfrutando de su propia amnistía, después de las gravísimas consecuencias de su sarta de fantasmadas, mentiras y desfalcos. Y en su partido, pese que fue el que hizo que fueran investigados como organización criminal, aún le siguen como si fuera el flautista de Hamelin. De otra amnistía goza también el otro ex presidente que pugna ahora su cuota de rancio protagonismo, al que tampoco le pasó factura haber practicado el terrorismo de Estado y que ladra ahora mucho contra los suyos pero lleva tiempo callado ante los casos de corrupción o el avance de la extrema derecha.

Si es por cómo gestionar a los jubilados sí que nos pueden preguntar a los leoneses, también en lo que tiene que ver con la política: en las pasadas municipales regresaron varios alcaldes históricos que, después de haber completado con éxito sus respectivas etapas, decidieron intentar un regreso que, en la mayoría de los casos, fue un rotundo fracaso. Los micrófonos deben de desprender fentanilo, porque parece que de la incontinencia verbal nadie se jubila del todo. Los bocazas nunca pasan de largo.

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