05/06/2025
 Actualizado a 05/06/2025
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Lo estaba esperando. Quería verlo con mis propios ojos. Quería ver a los alumnos antes de empezar un examen que ofrecía una gran incógnita: ¿Cómo va a ser la primera prueba por competencias? Los he visto a la entrada del aula más nerviosos que nunca. He hablado con ellos. Me decían que no sabían muy bien por dónde iban a venir los tiros, ni cómo serían los cambios. 

Tres son sus principales temores: En primer lugar, los alumnos saben que los coordinadores autonómicos de la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), que son los que ponen los exámenes de acuerdo con la normativa, han acordado que, al menos la cuarta parte de las preguntas de cada examen tendrá carácter competencial. Ellos consideran que resultarán más complejos, ya que, además de aprender los temas, los estudiantes deben saber aplicar sus conocimientos de distintas formas y esto les asusta. En segundo lugar, la ortografía ha dejado de ser un detalle menor y se ha convertido en un factor decisivo. Los errores gramaticales y ortográficos tienen un peso inédito en la corrección de los exámenes, especialmente en Lengua Castellana y Literatura, donde las faltas pueden penalizar hasta dos puntos sobre la nota total. No se trata de una recomendación, sino de un criterio obligatorio y homogéneo impulsado por el Ministerio de Educación y consensuado con las universidades. Es una injusticia que siga habiendo diferencias en alguna comunidad. El objetivo es frenar una tendencia preocupante de descuido ortográfico, incluso en alumnos con notas brillantes. No se trata sólo de aprobar un examen, sino de adquirir una competencia que será útil para toda la vida. En tercer lugar, hay menos posibilidades de elegir. Para compensar las dificultades que entrañó la pandemia, las autoridades educativas facilitaron en algunos aspectos la Selectividad. El cambio más importante fue que los estudiantes pasaron a tener un gran margen para elegir entre las preguntas, muy superior al que había existido tradicionalmente en la selectividad. En aquel momento excepcional se permitía dejarse temas enteros sin estudiar y optar, pese a ello, a la máxima nota. Pero eso desaparece este año. La nueva normativa impone que los ejercicios abarquen todo el temario, aunque dentro de un mismo tema pueden ofrecerse opciones.

Los exámenes de Selectividad empezaron este martes, 3 de junio, en 15 de las 17 comunidades autónomas, León una de ellas. En total, más de 300.000 estudiantes se examinarán a la búsqueda de una plaza en la universidad. Lo que realmente teme la mayoría no es suspender sino no conseguir una nota lo suficientemente alta para entrar en la facultad deseada y cursar su carrera soñada. 

Esperé a la puerta del aula de examen hasta que salió el presidente del tribunal a entregar los exámenes a los vocales de centro. Era el examen de Lengua Castellana y Literatura. La sorpresa fue total. Más de lo mismo. Como siempre. Muy pocos cambios. Tres bloques: El primero está valorado en un máximo de cuatro puntos. Es un comentario lingüístico de texto para el que se ha elegido un editorial de El País, bajo el título ‘Evitar una universidad clasista’ en el que se contraponen los modelos universitarios público y privado. Mientras la cifra de centros públicos se mantiene en 50 «desde 1998», en estos 27 años se han abierto 33 universidades privadas, a las que vinculan en su «mayoría» con la Iglesia Católica y con «fondos de inversión que buscan negocio aprovechando la falta de plazas públicas». Los alumnos tenían que redactar un resumen, un comentario crítico del texto, reconocer elementos formales. El segundo bloque del examen, con un máximo de tres puntos, consistía en realizar el análisis sintáctico de una de las frases («Que se permita una oferta universitaria de baja calidad es algo incomprensible») y responder a varias preguntas sobre el significado de palabras o su morfología. Las preguntas en este primero y segundo bloque son las de siempre, el único cambio es que no se ofrece la doble elección. El tercer bloque daba a elegir entre dos textos para realizar el comentario literario, valorado en tres puntos. La primera de las propuestas es un fragmento de ‘La familia de Pascual Duarte’, de Camilo José Cela; mientras que la segunda corresponde a la obra de teatro ‘Luces de Bohemia’ de Ramón María del Valle-Inclán.

Esperé a la salida de los alumnos del examen. Mi impresión fue que todos salían felices y repitiendo la misma frase: «Ha sido muy fácil». Muy pocos cambios en este examen de Lengua y Literatura con relación a los de años anteriores. Por esta vez el modo competencial del examen fue inapreciable. Los correctores no tendrán problemas en la corrección. Me comentaba un grupo de alumnos del Bachillerato Internacional del IES Lancia que la diferencia en las preguntas del comentario de este examen con las del IB eran abismales. Se quejan de la facilidad de este examen. Esta selectividad no va a cumplir su objetivo de seleccionar y clasificar a cada uno por sus méritos en el puesto que le corresponde, ya que será fácil conseguir la máxima nota.

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