david-rubio-webb.jpg

Los santos al aire

30/03/2025
 Actualizado a 30/03/2025
Guardar

Uno de los muros de la iglesia de Fresnellino de la Vega se derrumbó esta semana y los santos quedaron al aire. La imagen era toda una metáfora: arriba el tejado nuevo y abajo unSan Isidro de Olot entre los escombros. Tanta rogativa para que lloviera al final parece que dio resultados catastróficos. Surgieron los especialistas de siempre en las redes, los que opinan con la misma naturalidad del debate sobre el estado de la comunidad que de las particularidades de los muros de carga si son de adobe. Gracias a Dios, supongo, el obispo salió al paso diciendo que «con la despoblación y la falta de sacerdotes habrá más derrumbes en las iglesias». Amén. Ahora que la ciudad empieza ya a oler a incienso y que en los banquetes de las cofradías se tensa el reparto de posiciones para la puja, porque en su caso van a sacar los santos al aire con premeditación y alevosía, es buen momento para hacer balance de las contradicciones que también vamos a ventilar en breve. 

Como si no supiera por qué se crearon, el obispo de León dijo también esta semana que «las cofradías miran solo por sí mismas y deberían colaborar más». Se sorprende, con razón, del egoísmo de los cofrades, preocupados únicamente por sus santos y sus vírgenes, pero, a la vista de la evidente falta de vocaciones, quizá en lugar de lanzar puyas a las cofradías debería copiar su ejemplo, porque en ellas se ve, últimamente y cada vez más, a muchos más jóvenes que en las iglesias, incluso las que se conservan en pie. Jugando a ser profeta y sin querer quitarle el puesto a nadie, en breve el reverendísimo hará una llamada a la coherencia de la fe, es decir, a no resultar tan extremadamente religiosos durante una semana y tan poco durante el resto del año. Vaya aquí otro amén, excelentísimo. Crea cada uno en lo que crea, le rece a quien le rece, la coherencia, aplicada a la religión y a todo lo demás, podría ser un arma de destrucción masiva, pero su actual administración en muy pequeñas dosis convierte poco menos que en auténticos temerarios a quienes la practican y directamente en pirados a quienes la llevan hasta sus últimas consecuencias.

Es algo que no pasa solo enLeón ni les pasa solo a los leoneses, dos matices que resultan obvios pero que a muchos, aquí, les cuesta entender. Es algo que le pasa incluso a SuSantidad. El humorista gaditano Manu Sánchez, que acaba de superar un cáncer, contaba estos días que, como el resto, no puede saber si habrá vida después de la muerte, pero que desde luego tiene claro que sí hay vida antes de la muerte. No lo decía por su experiencia personal (una operación de testículos de 13 horas a la que siguieron la radio y la quimioterapia) sino por lo que veía hacer al Papa durante su enfermedad: «Ese nota lleva pase VIP, entra el cielo del tirón, así que podía estar muy tranquilo, pero le vemos recurrir a médicos y medicinas, pincha ahí antibiótico y lo que haga falta, no vaya a ser...». 

Desgraciadamente, las contradicciones, la falta de coherencia, el predicar y no dar trigo, no es patrimonio exclusivo de los religiosos, sino que también lo padecen los ateos que tanto se relamen presumiendo de serlo, algunos de los cuales en esta época también airean sus respectivos iconos y todos sus complejos, y te dejan la sensación de que, católico o protestante, agnóstico o creyente, el caso es dar la turra a quien no lo ha preguntado. En el periodismo, intentar ser coherente con tus ideas, incluso aunque fueran acertadas, es también un deporte de riesgo por estas latitudes, porque aquí se aplican siempre el principio de subjetividad y la presunción de culpabilidad: si criticas a alguien por su palabra, obra u omisión la pregunta es siempre ¿pero qué te ha hecho?; si defiendes o estás de acuerdo con alguien, las preguntas más repetidas son ¿cuánto te paga? y ¿qué cargo te ha prometido? En la política tampoco está muy bien vista la coherencia. Como ocurre con el trabajo, no es que los políticos estén en contra, es que tienen miedo a que un verso libre delate al resto. Esta semana se montó un lío tremendo porque pillaron a varios procuradores socialistas diciendo lo que piensan, toda una temeridad. No es que ninguno de ellos fuera precisamente un ejemplo de coherencia antes, como habían demostrado cada vez que hablaban en público, pero tuvo que ser un micrófono traicionero (que a buen seguro no hubiera estado abierto, o no hubiera llegado hasta la prensa, en caso de que los confidentes pertenecieran a otro partido) el que nos permitiera acceder a una de esas conversaciones que, por otra parte, no hace falta escuchar para saber que se están produciendo y lo que están diciendo. Por algo aquí se escuchan hasta los pensamientos. Coincide que ya eran cadáveres políticos, pero ahora no habrá para ellos ni Martes de Perdón ni Domingo de Resurreción: otros de su misma condición se lanzarán sin piedad sobre sus cargos y, claro, sobre sus sueldos.

Sale caro ser coherente en un lugar donde además de concilios, fueros y reyes en el himno deberían incluirse también el cinismo y la hipocresía, donde demasiado a menudo se confunde ser coherente con ser rencoroso, pese a que hay muy pocos de los primeros y demasiados de los segundos. Aquí todo el mundo huye del cara a cara, hay mucho más temor a una venganza por goteo que a no tener pase VIP en el cielo, así que da igual que en el entierro haya que decirle al asesino que la paz de esté contigo. Lo importante para una inmensa mayoría de leoneses no son los principios, sino los finales. Los propios, se entiende, no el final de su provincia que anuncia cada informe del INE, así que como para pedir coherencia a los políticos... o a sus votantes.

Lo más leído