dario-prieto.jpg

Recuperar lo que fue

03/12/2023
 Actualizado a 03/12/2023
Guardar

Últimamente todo es memoria. Miro a un lado y algo me evoca el pasado, miro al otro y veo cuán frágiles son los recuerdos. La obsesión de rememorar, de recuperar lo que fue, de revivir lo que ya no se podrá producir de nuevo…

Por ejemplo, con la música. Vuelven los Kula Shaker al Purple y me dio por escuchar otra vez los discos del principio. Hay canciones a las que no habría que regresar después de un tiempo largo, porque en su momento las descubrimos con aquella persona que ya no está o porque nos devuelven a instantes en los que ya no podemos existir: yo, encerrado en mi habitación, grabando unos audios para un trabajo de Publicidad –más dolor aún: palmé y tuve que repetirlo al curso siguiente– con una introducción guitarrera del amigo Crispian Mills, todavía unos críos, él y yo, ajenos a decadencias, descensos y bajonas.

Separados por la membrana del altavoz pero juntos de una forma que no volvería a ocurrir.

Me pasa también al recordar sueños de hace muchos años. Estar haciendo cualquier cosa cuando, de repente, las circunstancias del momento propician una conexión de cables que ilumina esa película olvidada en una esquina oscura. Y aquel sueño brilla durante un segundo en tu cabeza, y todo vuelve a la vida y es tan intenso como cuando estabas dentro y creías que era real aunque te encontrases durmiendo… Para que luego todo se esfume con un golpe de viento.

Está también la memoria que llevan los objetos: Una vez pensaste en algo o en alguien al coger una taza en la cocina o al hacer una actividad banal. Y, desde entonces, cada vez que tomas esa taza o reproduces esa acción te vuelve ese algo o ese alguien. Es un arma de doble filo: por un lado te conecta con situaciones agradables, gente en la que nos gusta pensar cuando queremos pensar en alguien, como decían en ‘Tierra’; pero también se pueden quedar adheridos indeseables que hagan que te lo pienses dos veces a la hora de hacer una infusión. Una demostración de cuán insignificantes somos en cuanto al control de nuestra vida.

Escribo, entre otras cosas, para honrar la memoria, postrado de hinojos ante su omnipotencia. Pero también para burlar sus caprichos de diosa absurda e incomprensible. Para dejar constancia de un pasado y lograr estar, al fin, en lo único que existe: el presente. Y siento que una forma de enfrentarse, precisamente, al presentismo y al adanismo que nos mata es recordar lo ya ocurrido, darle lustre como a la lámpara maravillosa de Aladino y dejar que relumbre una vez más antes de seguir adelante.

 

Lo más leído