No sé que pasará, pero estando las Navidades revestidas de un carácter comercial o espectacular, cual las de Vigo, pronto se alargarán en el calendario. Un mes, dos, el verano o porqué no todo el año.
Como dijo Ursula von der... No hay que decir “Feliz Navidad” sino “Felices Fiestas”; posiblemente también le agrade lo de “Feliz entrada y salida”. Pero no le hagas caso porque a esta mujer las capas de laca le imposibilitan el tránsito de las ideas a las neuronas.
Fiestas son el último San Froilán, el San Guillermo de Cistierna o San Juan Degollado, Juan y Pedro en León, Mateo en Pucela. Y en todos los pueblos de la Península. Demasiadas tradiciones para acabar con ellas. Además ya sabemos cómo se las gastan los pueblos cuando cuando les tocan lo suyo.
En cualquier caso, el tema es desacralizar lavida de los europeos, entre los cuales todavía nos encontramos. Digo “todavía porque, según el camino por donde nos llevan, pronto será realidad el dicho peyorativo de los franceses hacia nuestro país: “África comienza en los Pirineos”.
En cuanto a la Iglesia, últimamente no nos está dando muchas satisfacciones. Por ejemplo la cobardía de los obispos respecto a la profanación del Valle de los Caídos. Y esto me lleva a prevenir a los palentinos para que protejan su “Cristo del Otero” porque el odio es grande y profundo.
Como dije, estando en Europa las cosas hacen con más finura; ideología, campañas, propaganda subliminal y haciéndonos creer las pesadillas como algo real. Y esto sí, en algunas mentes neutras va calando.
Pero, puestos a acabar con la tradición judeocristiana -que siempre ha sido un rasgo de nuestra civilización- hay formas más eficaces. En Angola acaban de decapitar a una docena de cristianos por el mero hecho de serlo. En Pakistán, Siria, Turquía se los persigue y se vuelan los templos, cuando los fieles están dentro. Pero de esto último y de lo anterior ¿Qué hace la Iglesia para acabar con Boko Haram y con Úrsula?
Por estas fechas, ya estábamos repasando la agenda para enviar tarjetas -christmas- a los amigos, familiares y todo el que estuviera en el punto de mira. Motivos navideños como un Belén, los pastorcillos con sus ovejas, el buey y la mula y hasta el cometa que guiaba a los Magos. Los más buscados eran los de Ferrándiz, con un estilo propio de dibujos llenos de colores e imágenes agradables, que evocaban lo que en realidad se celebraba. En el reverso, un saludo amable o un escueto “feliz navidad”. Luego al pequeño sobre; se cerraba con saliva, se franqueaba y al correo.
Pero por estos derroteros y los que nos esperan, estamos inmersos en un proceso de deshumanización.
El recambio es un móvil -o ni eso- y envía un mensajito, un icono impersonal pillado de tic-tok o cualquier plataforma de las enmarañadas redes que dicen sociales. Y, al margen de la ley, te desearé “Feliz Navidad” cuando llegue.