Me pasé el martes entero escuchando historias sobre dónde estaba cada uno cuando España fundió a cero. Mi caso es curioso porque no me dejé cuatro dientes en el suelo de milagro. Leí un tweet que decía algo como «rezo por los que estaban en el gimnasio corriendo en la cinta cuando se dio el apagón». Pues sí, soy uno de esos. Lejos de conocer la gravedad del asunto, seguí en las máquinas a oscuras confiando en que se restableciera pronto el servicio hasta que vi que tampoco había cobertura. Algo empezó a oler mal. En el trayecto hacia casa ya me enteré de qué estaba pasando. En ese momento eché en falta que nuestros móviles de ultimísima generación, tan maravillosos y tan conectados a todo, traigan incorporado algo tan básico como una radio.
Pronto advertí que la primera decisión de mis paisanos ante semejante crisis fue llenar las terrazas de los bares. No se iban a perder las últimas cervezas frías, claro está. En las mesas las hipótesis se estaban disparando: «Esto fijo que fue Putin», decía uno, mientras otro se iba a por Trump. Mi sospecha favorita es que Javier Tebas se dio cuenta de que sin electricidad nadie le puede piratear un Getafe-Leganés y decidió desviar sigilosamente esos 15 gigavatios.
En mi ruta pasé por un Mercadona. No veía a tanta gente en él desde que se puso de moda para ligar poniendo en el carro una piña boca abajo. La sección del papel higiénico, vacía. La del agua, a punto. Y sólo llevábamos una hora y media a oscuras. En la calle las farolas estaban apagadas pero dentro aún había menos luces. Allí, una mujer con provisiones como para llenar un búnker me actualizó la información: «Renfe está sufriendo problemas». ¿Y la noticia?
Después de comer decidí echarme una siesta para que la crisis pasara rápido. «Cuando despierte ya tendré de todo», me dije. Y así fue, aunque, al poco rato, otra vez pasamos a cero. Me puse a leer hasta que vi que se acercaban las ocho. Ahí empecé a temblar y a rezar para no escuchar aplausos en los balcones ni el ‘Resistiré’ del Dúo Dinámico. Pasadas las ocho y cinco, gracias a Dios, seguía reinando el silencio. En algo sí salimos mejores de la pandemia.
Cuando recuperé todo el servicio entré en Twitter para ponerme al día. Lo primero que leí, una tipa rabiando por que Mercadona tuviera generadores propios «y Roig se ha forrado». Lo segundo, el iluminado de Javi Poves hablando de un ataque militar y presumiendo de que «los conspiranoicos siempre ganan». Pues, efectivamente, este país ya ha superado el mayor apagón de su historia. Poco a poco se va restableciendo la subnormalidad.