Hay que ver cómo corre la gente hacia las tiendas y almacenes para comprar lo que no necesitan porque, cuando te mueves compulsivamente, siempre acabas por equivocarte. Es la locura del Black Friday a la que el comercio se agarra como tabla de salvación. O los ‘outlets’, que antes de que nos volviéramos pijos, se llamaban ‘saldos’. Y todo lo que relumbra en los escaparates.
Consumidores, así se califica a los humanos, en términos económicos y sociales. Eso somos, pero también consumen las plantas, el ganado o, finalmente, los gusanos. Si no tienes capacidad de gasto, no eres nadie. No interesas. Esto explica en cierta manera, el éxodo de la gente de los pueblos. Allí la vida es tan austera, como precaria y escaso el movimiento del dinero; ni tienen dinero, ni dónde gastarlo. Por el contrario, en la ciudad hay donde gastarlo, pero el dinero no alcanza.
A esta ruina, nos han arrastrado, la subida de la energía, que el gobierno prometió regularizar, pero que va en aumento. La presión impositiva lo mismo y para un impuesto que se declara ilegal (plusvalía), nos lo vuelven a calcar, cambiándolo de nombre. Y el desmesurado derroche político.
La vida se ha puesto cuesta arriba y la clase media, consumidora, la que da estabilidad a la sociedad y la economía, está siendo fulminada. Da dolor ver a trabajadores cualificados, en paro, aguardando en las colas del hambre. Algo tan cierto que en cualquier establecimiento, te preguntan si quieres donar algo de tu compra para los desfavorecidos. «Dad de comer al hambriento».
La miseria ya habita entre nosotros y es hiriente la publicidad del gobierno: «Somos el país más rico del mundo» o algo así. Qué cinismo. Sólo les falta decir que estamos en Jauja.
En la UE, existen plataformas indicadoras para detectar la pobreza y establecer medidas a fin de paliarla. Una de ellas es la EAPN –European Anti Poverty Network– en cuyos informes ocupamos un lugar destacado. Según esto, somos el país más empobrecido de la Unión Europea. Y creciendo.
Al inicio de la pandemia había 4,5 millones de personas malviviendo entre la pobreza y la exclusión social. Consecuencia de la mala gestión de la enfermedad, por el inepto Simón y el ministro que farfullaba mentiras, Illa. A esto, se sumó la inhibición de Sánchez, al dejarlo en manos de las autonomías. Un descalabro que ha truncado, noventa mil vidas y, entre los supervivientes, hay once millones de personas en el filo de la navaja. Entre la pobreza y la exclusión social.
La subida de los precios, en noviembre, llegó al 5,6 por ciento; siendo los detonantes la alimentación y los combustibles a los cuales, además de la electricidad, se suma la incertidumbre del gas natural, por la escasa fiabilidad de los países de origen.
En este contexto, llegar a fin de mes es una quimera y el verdadero cambio climático se dará en los hogares cuando en lo más crudo del invierno, no puedas pagar el recibo de la calefacción. Una situación que afecta a un 28 por ciento de los españoles.
El remedio –que no lo es–, pedir créditos, y endeudarse. Una vez que lo logras, parece que tus males se alivian pero la realidad es que, al endeudarte, te has hecho más pobre pues, a la carencia que sufrías, se suma ahora la deuda.
Son cifras, datos que puedes creer o poner en duda. Pero si quieres saber donde te encuentras, escucha el puntual reloj de tu estómago y el frío en tus articulaciones. Tic, tac... Ya vienen de camino los olvidados ‘pobres de solemnidad’.

Pobres de solemnidad
01/12/2021
Actualizado a
01/12/2021
Comentarios
Guardar
Lo más leído