Virulergia. Ese es el término que se utiliza para denominar el paquete de enfermedades respiratorias que sufren un nada desdeñable porcentaje de personas en esta temporada.
Alergia, asma, rinitis, resfriados o una combinación de dos o más de ellas. La primavera en todo su esplendor también muestra su cara menos amable.
Otra amenaza de la que se advierte es la explosión de insectos, por ejemplo, los mosquitos, chinches o garrapatas. Ellos se alimentan de nuestra sangre y, además, juegan un papel importante en la transmisión de enfermedades.
Al menos solo lo hacen en una determinada época del año y después desaparecen. A diferencia de otras especies de parásitos, a los que llamaremos factores, que se mantienen a lo largo de todo el año ejerciendo sobre nosotros efectos similares.
Ya se confirma que las próximas vacaciones de verano batirán récords de nuevo. Serán las más caras, tanto que muchos españoles no se podrán permitir disfrutar de ellas, o se verán obligados a reducir su duración.
Esta tendencia al alza se inició con la pandemia y no se ha suavizado a su finalización, al contrario. Como la mayoría de las subidas de precios, es irreversible.
También parece que el apagón del pasado 28 de abril va a provocar un incremento de la factura de la luz. Las pérdidas ocasionadas por las horas sin servicio las compensan, como siempre, los usuarios. Los más ajenos al fallo y los más perjudicados por el mismo.
De igual manera ocurre con el coste de elementos tan básicos como la vivienda o la cesta de la compra. Todo ello cuando la sombra de una guerra arancelaria no invita a pensar que la situación vaya a mejorar.
Desde luego que las circunstancias desfavorables existen, aunque son los menos afectados quienes las usan en su afán por lograr poder o llenar los bolsillos, más aún. El resto de los mortales no importamos. Nada nuevo, así funcionamos los humanos.
Un viejo proverbio africano dice que cuando dos elefantes luchan, la hierba que pisan es la que sufre. No se puede expresar mejor.