Una pasión «ilusionante»

01/11/2023
 Actualizado a 01/11/2023
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Los días posteriores a un partido de fútbol, en la redacción hay alguien que siempre pregunta si se ha tratado de una jornada «ilusionante»: si los puntos son los que hacían falta, los jugadores han dado lo mejor de sí, si su rendimiento es el que se esperaba… No sé, esas cosas. Desde mi silla asisto sin quererlo a un análisis de los partidos que en la mayoría de los casos suele ser positivo por lo que cada vez estoy más segura de que trabajo con algún miembro de los Monty Python que siempre está dispuesto a buscar «the bright side of life».

Lo cierto es que después de la victoria del domingo en El Toralín, la valoración para los culturalistas no tiene otro adjetivo que no sea el citado «ilusionante» que tanto se usa en La Nueva Crónica. Una palabra que, en esta ocasión, parece que pone al equipo en la pista de despegue y que poco más y le sitúa jugando contra los equipos de Primera División casi el mes que viene.

Ilusión y deporte van siempre de la mano –aunque en otras ocasiones se una también el sufrimiento–. No soy forofa de ningún equipo deportivo, aunque en contadas ocasiones sí envidio esa pasión normalmente irracional por un grupo de jugadores que defienden el nombre de un grupo, de una ciudad o la actitud de unos colores. 

No pensaba ponerme ¿deportiva? esta semana pero el domingo también yo asistí a una jornada «ilusionante», y no fue así especialmente por el resultado. Uno de los equipos de la comunidad que juega en la primera categoría de su deporte –en este caso el baloncesto y la ACB– sufrió una derrota frente a uno de los imbatibles de la liga aplastante y esperada, pero el ánimo de la afición a sus jugadores hacía creer en cualquier irracionalidad que pueda conllevar la pasión por un equipo. El morado palentino fue protagonista en la grada y en la cancha con un público (en su gran mayoría) exiliado en Madrid que disfrutó viendo a los ‘provincianos’ pelear todo un partido en la gran capital.

Si se mantendrán o no en lo más alto el año que viene aún no se sabe. Que el equipo y el deporte ya han conseguido a una ciudad ilusionada que silba como en ‘La vida de Brian’ es toda una victoria.

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