05/09/2023
 Actualizado a 05/09/2023
Guardar

No confundir con Pandorado, localidad de nuestra provincia en las cercanías del municipio leonés de Riello. Esto que les voy a relatar lo presencie siendo un niño en el bar que mi padre tenia en la calle de Renueva por los años cincuenta (no puedo precisar) y donde, como era costumbre, se llevaban a cabo charlas de casi todo de lo que se podía hablar. El tema principal era, como hoy casi es lo mismo, el fútbol al no poder tocar la pluralidad de los pensamientos políticos al estar inmersos dentro del régimen dictatorial en el se vivía y que, algunos ironizaban diciendo que aquí no había censura alguna pues podías ser de cualquier equipo de fútbol y hablar de ello sin cortapisas ni limitación alguna. Yo creo que al tener restringidos los temas de discusión de manera pública, el hablar sobre el género femenino y el fútbol se llevaban la palma. Algo que yo, que no soy muy aficionado si exceptúo cuando se juega defendiendo los colores patrios, recuerdo y comparo con la situación actual, cuando la mayoría de los aficionados, de cualquier parte de España, eran del Bilbao porque no tenía jugadores de fuera de su tierra, en definitiva porque eran todos españoles y que hoy el calificarlos de esa manera en algunos sitios parece que dan sarpullidos. Pues, a lo que me refería, estaban un grupo de amigos tomándose unos vasos de vino corriente, hoy la mayoría lo pide de cierta marca sin casi regatear el precio, comentando que si tal jugador era mucho mejor que el otro y lo mismo de un equipo respecto a otro. En León tuvo, y tiene, mucho seguimiento, después del Madrid, el Barcelona, debido a que en él jugaba como figura destacada un leonés llamado César que era un verdadero ídolo de la masa seguidora del deporte del balompié de talla internacional, lo cual hizo que muchos de sus seguidores se agarraran a esa bandera. Las discusiones sobre el fútbol encendían pasiones (también hoy) cuando en el fervor de una de ellas uno de los amigos que entendía poco del mencionado deporte, y que era propietario de una funeraria, dio una opinión al respecto, por lo que fue apartado de la misma al grito de : «pero tú que vas a saber, si tú comes el pan llorado», ello no pasa de ser una anécdota de bar pero de lo que no cabe la menor duda es de que, la ocurrencia del dicho a la hora de establecer comparaciones, no dejo a nadie indiferente. Eran tiempos en los que en los bares, entre conversaciones y rondas de vino baratos con amigos, se escuchaban frases y expresiones que deberían formar parte del léxico imperante emitido por el paisanaje de la época, aunque no estuvieran integradas dentro de los estudios superiores ni reconocidas por la Real Academia Española pero, como diría un castizo. Ahí queda eso. 

Lo más leído