Imagen Juan María García Campal

Nocturno noctámbulo

17/01/2024
 Actualizado a 17/01/2024
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Escribo noctámbulo y dominguero, mientras, desde el cielo, el dios, por omnisciente economista y acaso también especulador, envía «el pan nuestro de cada día» pero, así como en forma de futuros –ay lo subyacente– que evocan antiguos escritos canónicos, pues jarrea más que llueve. No me quejo. Que hay o veo cierta coherencia -¡ah coherencia, cuánta callada sumisión en tu nombre!- entre las tinieblas exteriores y estos interiores míos un tanto taciturnos, cual que al corazón o al alma, que sería peor, le llegasen envejecidas venas plenas de yerros –así con i griega, copulativa y crónica– de cuenta y de él o ella saliesen, hacia el ahora que es el luego y en nada el mañana, arterias de yerros de imprenta llenas para escribir en los días por venir y por vivir.

Pero vamos a lo serio e importante, que creo que me confundí de carpeta y documento y he reflejado aquí las cavilaciones con las que pensaba comparecer en ese repertorio que uno siempre piensa e inicia con vocación de ‘Diario’ y, tras fugaces días, acaba rotulando como ‘Casi diario’.

¡Vamos, vamos, Campal!, que andas hoy así como intimoso y no es cosa. Que acá, en este León, regalón de azules y cómodo por plano, como allá, digamos los medradores y triunfantes madriles, o acullá, los,¡hay que ver dónde ha llegado!, nuevayores, y ya sean cofrades, comisarios políticos o de cruzada o tíosgúgueles, hay quienes lo apuntan todo y guardan tus exactas ubicaciones y no solo las del buga o la burra. Que bien te lo decía la abuela (¡qué carajo la abuela!), que bien te lo decía abuelita, más afligida que convencida: ten cuidado, tú no te señales. Como que ella no llevase marcada y mal la vida. Qué tiempos, ¿verdad? Qué tiempos tan sobrados y qué recuerdos y qué tristezas y qué rabias y ¿qué perdones? ¿O solo fueron y son voluntarios olvidos, solos valen las penas? ¿O las dos cosas?

Y ahora, a peores, que si continuará teniendo mercado los miércoles esta capital provincial y biperiférica –ora por lo estatal, ora por lo autonómico– ya cómo crece de día en semana el zoco, capitalino y principal, que se arma en ese ágora esencial al que en fino y oficial dicen Congreso de los Diputados y sede de la soberanía nacional, donde se descapitaliza la poca igualdad que nos resta por mercadear en él fenicios que al mandamás retuercen lo testicular y bien le enjugan la talega común aun luego él nos parle, malabar, sus donde dije digo, digo Diego. 

Y punto en boca, ¡ea!, que no vuelvo a componer un nocturno, que me suelto y me pierdo. Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!

 

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