La semana pasada se hacía pública la desagradable y lamentable noticia de unos impresentables, miembros de una organización para ayudar a los más necesitados, que gastaban el dinero de los donantes en prostitución e incluso prostituyendo a jóvenes menores de esos países pobres. Resulta difícil imaginar el daño que se puede hacer y las consecuencias que ello puede tener para esas pobres gentes a las que se trata de ayudar. De hecho son muchos los socios que ya se han dado de baja. En cierto modo los comprendemos.
Sin embargo existe el peligro de generalizar, de pensar que en dicha organización todos son corruptos, o que con las demás ONGs ocurre lo mismo. Pero no se puede juzgar por unos pocos sinvergüenzas a una multitud que no se cansa de hacer el bien. Ninguna organización está libre de que haya en ella algún impresentable. No se puede condenar a la Guardia Civil porque algún guardia trafique con droga, ni se puede juzgar a los sacerdotes porque entre ellos haya algunos unos pederastas, ni se puede juzgar a los maestros porque algunos cometan grandes abusos con sus alumnos.
Un corrupto puede aparecer en la institución más seria. Imaginemos, lo que Dios no quiera, que un día aparece un ladrón, o varios, en Cáritas o en Manos Unidas. ¿Íbamos a dejar abandonados a su suerte a tantos miles de personas que reciben su preciosa ayuda?
Hace algún tiempo un señor a quien pedían su pequeña colaboración en la campaña contra el hambre, dijo: «Si llegara…». A lo que le respondieron: «Si no lo das, seguro que no va a llegar». Desde luego que en el caso de Cáritas y Manos Unidas, que son las organizaciones que mejor conozco, no resulta difícil comprobar con datos concretos y precisos la gran labor que están haciendo en todo el mundo. Por supuesto que siempre ha existido la picaresca y no todas las organizaciones tienen la misma credibilidad. Eso ya pasaba en los mejores tiempos cuando algún niño iba pidiendo por su cuenta para el Domund. Pero esos pequeños riesgos no deben ser un freno a la solidaridad.
Tampoco es de recibo aprovecharse de las redes sociales para calumniar o denigrar a algunas personas como se ha estado haciendo a raíz de ésta última de crisis provocada por esos indeseables en Haití, implicando injustamente a la esposa de un conocido líder político.
En resumen, que lo que ciertamente no va a llegar es lo que no damos. Y que si más damos más obras buenas se podrán hacer. Eso sí, a los delincuentes que se les castigue severamente.

No llega lo que no das
20/02/2018
Actualizado a
15/09/2019
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