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Museo en ‘stand-by’

31/03/2024
 Actualizado a 31/03/2024
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Domingo de Resurrección. Término de la Semana Santa. A partir de mañana, lunes, comienza otra nueva, la de 2025, pues no en vano los papones leoneses siempre piensan por delante en cuanto a proyectos y escenificaciones. La próxima aspiración (?) de los encapillados y encapirotados, es consolidar de una vez por todas el famoso museo, que va camino de convertirse en un almacén de tronos y almohadillas o en un local de usos múltiples –magnífico, por cierto– para eventos –hay quien dice, con malicia, guateques– ajenos a la Pasión. 

Claro, que la primera incógnita que sobrevuela las meninges de los concurrentes es resolver quién dirigiría los destinos del museo, si el Obispado –que todo apunta a ello (¡qué ironía!)– o las cofradías, que, a lo que parece, son los hermanos pobres. Y, a renglón seguido, ¿quién, por lo tanto, asumiría los gastos museísticos? Ahí está la clave. Y el dilema. ¿Cómo se mantendría el edificio? Ya se sabe: una cosa es predicar y otra dar trigo.

Lo de la prédica se produjo en el mes de julio de 2020. El por entonces obispo de la Diócesis, Julián López Martín, se encargó de los hisopazos. Habían transcurrido cuatro años desde el inicio de las obras. Y nada se ha resuelto. Todo sigue estancado. Ahora bien, ¿de dónde salieron los dineros para hacerlo realidad? La Junta de Castilla y León, a través de la Consejería de Fomento, aportó 2,3 millones de euros. El Ayuntamiento 500.000 euros y la Diputación 200.000. ¿Y el resto, hasta los ocho millones que, dicen, costó? Es de cajón. No se discute que el ‘socio mayoritario’ es el Obispado. Y así se intuye cuando al acceder al museo, en la portada, arriba, se lee ‘Museo Diocesano y de la Semana Santa’. Y en cuanto al trigo, las cofradías no tienen capacidad económica ni por asomo, y las instituciones públicas tampoco facultad legal suficiente para hacerse cargo de las facturas. 

Y otra cosa. Sitúese en el mejor de los escenarios Y acéptese en que el museo se abra de cara al verano por aquello del turismo. Por ejemplo. ¿Y qué imaginería u otras piezas se expondrían? No es cuestionable que debería ser lo más notorio de cada cofradía. Y eso es más complicado de lo que parece. Diferente asunto sería que el museo tuviera la calificación de ‘temporal’, porque, a título de ejemplo, no entra en cabeza papona, que la imagen de Jesús Nazareno abandonara la iglesia de Santa Nonia para sumarse con carácter de fijo a la muestra. O la Virgen de las Angustias, al culto en el mismo templo, o… tantas y tantas imágenes. 

En resumen. El museo, lo diga quien lo diga y como ya se presentía en un principio, es cosa del Obispado. Y los demás, a acompañar. Desde Palacio, si procede, se trasladarán las directrices oportunas y cartucho en el cañón. Son los amos. Fin.

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