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Maremágnum de ideas

12/02/2023
 Actualizado a 12/02/2023
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El término leonesista no figura (aún) en el diccionario de la Real Academia, aunque –siendo optimistas– acabarán admitiéndolo los próceres de la institución de la Lengua. Hay muchos ejemplos –cada vez más– con palabras que parecían proscritas en el hablar culto y pulcro y, sin embargo, debido a su uso popular y reiterativo, fueron admitidas por los académicos. Por dejar constancia, ‘guay’. O ‘zasca’. En contrapunto, está adoptada la voz leonesismo (amor o apego a lo leonés, dice el repertorio léxico), que son cosas distintas. Leonesista encaja con todo aquel que extrema su postura a favor, en este caso, de una autonomía al margen de Castilla, mientras que el leonesismo marida con ese otro segmento de la población que jamás abjuraría de sus raíces y carácter. Adora a su tierra, si bien suele estar al margen de conflictos identitarios.

Y esa es la madre del cordero: leonesista o leonesismo. Y será el debate que se pondrá sobre la mesa en las próximas elecciones municipales por parte de los tres partidos con mayor proyección de voto: Por orden alfabético, Partido Popular, Partido Socialista y Unión del Pueblo Leonés. Está claro, por otro lado, que ni el PP ni el PSOE son leonesistas. Ambos intentan practicar un leonesismo (un leonesismo útil, anunció en su día con poco éxito un exdirigente popular) que nadie se cree. Luis Tudanca, el líder territorial de la izquierda, es otro de los paradigmas. No, no y no.

La UPL es el reverso de la moneda. Jamás se ha salido del carril. La reivindicación por bandera. Cosa distinta es que durante muchos años –incapaces de saber administrarlo- han dilapidado un potencial político fantástico. Cuando la mala praxis anida en el corazón de los partidos, ocurren cosas como estas. Ahora, después de las autonómicas de febrero último, empiezan a enderezar el rumbo. Otean nuevos horizontes.

En el centro de ese maremágnum de ideas y posiciones, el dedo acusador de la UPL apunta al alcalde José Antonio Diez, al que tilda de leonesista descafeinado. O de sucedáneo, que viene a ser lo mismo. Y no es verdad. Ser leonesista declarado en un partido como el PSOE tiene su cruz. Su infierno. Y su desprecio por parte de los jerarcas de la organización. A las pruebas hay que remitirse. Y también su mérito. El que denunció en mayo de 1984, aquel ‘ejército’ de socialistas, que se echó a la calle cuando la macro manifestación a favor de ‘León solo’. Su pancarta lo decía todo: «antes que socialistas, somos leonesistas». El acontecimiento, recuérdese, congregó en la calle a cerca de 90.000 personas. Diez está en esa misma línea. Cuestión aparte es Margarita Torres, la candidata del PP, de la que nunca se sabrá si sube o si baja. Ni siquiera lo saben los suyos.
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