
Malos humos
29/12/2016
Actualizado a
19/09/2019
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Cuando un enfermo se desangra, de poco o de nada sirve que le pongan una tirita. Solo las soluciones drásticas, al menos en esos casos, pueden ser efectivas y eficientes. Nos estamos tomando demasiado a la ligera los continuos episodios de alerta por elevados niveles de contaminación atmosférica que afectan a los grandes núcleos urbanos y no son pocos los que incluso tildan de alarmistas a quienes toman medidas de absoluta tibieza para resolver un problema que solo será posible reducir, que en ningún caso eliminar, si de verdad no se toman decisiones de calado y que, en todos los casos, han de pasar por cambiar radicalmente nuestros modos de desplazamiento, nuestra gestión de la energía, nuestra tasa de recambio de bienes y servicios, en fin, por apostar por modos muy diferentes de ser, pero sobre todo de estar. Si seguimos empeñados en maltratar a nuestro entorno, llegará el momento en que éste diga basta y nos devuelva multiplicado mil veces el daño que le causamos entre todos, sí tú también, cada día. Somos la única especie que de manera consciente maltrata la casa común donde vivimos. Habrá muchos de los que esto lean que pensarán, con egoísmo y autocomplacencia, que este problema es de otros. A ellos, de manera muy especial, les digo que bien harían en pararse a pensar un momento qué es lo que respiran todos los días, qué es lo que tenemos en nuestro entorno más próximo y qué podemos hacer nosotros para solucionar este problema. Esa reflexión será nuestro primer paso hacia un futuro más respirable. Bien haríamos en exigir a quienes gestionan estos temas que extremaran la vigilancia sobre los niveles de contaminantes que respiramos cada día para prevenir, mucho antes de que sea irreparable, el daño que sobre nuestra salud nos estamos causando. Todo ello sin olvidar que todos somos responsables, cada uno en su justa medida, del deterioro constante al que estamos sometiendo al medio en el que vivimos. Nuestra madre tierra nos acoge, tratémosla como de verdad se merece.
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