21/02/2024
 Actualizado a 21/02/2024
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¿Qué es el mal? Me lo planteo al leer acerca del fallecimiento de Ryan, un joven de 14 años, tras la ingesta de ‘tusi’, esa droga que es un coctel brutal de ketamina, cafeína MDMA. La policía está investigando si el consumo fue voluntario o directamente un homicidio ya que él y un par de amigos quedaron con gente que habían conocido en Instagram y éstos podrían haber puesto la droga en la bebida de la víctima. Antes de que Ryan falleciese los jóvenes huyeron y, supuestamente, publicaron un vídeo. Lo que no sabían y este extremo ya está probado, es que a los pocos minutos Ryan fallecía a causa de esa ingesta. Ese vídeo no es un detalle baladí, porque parece una de las causas primeras que les movió a actuar. Sin espectadores no habría sido lo mismo. Esta actitud estúpida y al mismo tiempo instrumentalizadora, implica una distancia radical de la realidad y de la mínima empatía con el otro. Publican el vídeo, para que cualquiera pueda verlo, algo que les perjudica netamente. Es la irreflexión absoluta llevada a tal punto que se vuelve aberrante. Ni siquiera se puede diseccionar ese comportamiento en busca de un amor a la propia maldad, de una maldad radical. No merece la pena.

Decía mi padre que había que cuidarse de los idiotas más que de los malos (entendiendo que el malo ejercía con conocimiento y voluntad) Él no metía a los idiotas en el saco de los malos, yo tengo mis dudas. Me pregunto si deberíamos comenzar por indagar si quien daña de semejante manera es malo por naturaleza, es decir, no tiene libertad de elegir entre el bien y el mal (y por lo tanto no es imputable) o si por el contrario hay una explicación externa a todo ello, en cuyo caso la maldad quedaría fuera de la ecuación. 

Terry Eagleton, autor del libro ‘El mal’ defiende que «la mayoría de perversidades malintencionadas son de origen institucional. Son el resultado de unos intereses creados y de unos procesos anónimos, y no de los actos malignos de unos individuos». En definitiva, Eagelton nos insta a observar el mal desde una perspectiva ética, institucional y política. Nuestra sociedad es adicta a muchas cosas, entre otras a las redes sociales. Es una adicción sin sustancia y que genera ejércitos de enfermos que se mueven a golpe de síndrome de abstinencia. Ryan y los desconocidos conectaron a través de una red y éstos lo publicaron en la red. Hay un elemento presente en la cadena de acontecimientos y es la red social. Hasta que no libremos a las próximas generaciones del mal uso de las redes sociales, seguiremos potenciando un marco para que se desencadenen tragedias así. Cuando se unen varias drogas, como ha sido este caso, el resultado es letal. 

Ha pasado tiempo desde que una empleada de Mark Zuckelberg, filtrase los papeles que acreditaban que en la multinacional se conocía que Instagram causaba perjuicio a la salud mental de los adolescentes. A día de hoy muchos siguen sometidos a la tiranía de las plataformas en las que «uso gratuito» significa que el producto es el propio usuario. Debemos luchar con todo lo que tengamos a nuestra mano contra los intereses creados y los procesos anónimos a los que hace alusión Eagleton. Debemos buscar el mal más allá del mal. 

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