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Al mal tiempo, y caras los de siempre

01/04/2025
 Actualizado a 01/04/2025
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El martes pasado comentaba sobre la llegada de la primavera y hasta el momento, con los días que estamos teniendo, parecen cumplirse las previsiones metereologicas que delimitan las estaciones. Entre la ciudadanía, mayormente juvenil, se empiezan a ver las mangas cortas, aunque luego, con un cambio de los que León nos tiene acostumbrados y reservados, tengamos que volver a las prendas de mayor peso como parkas que además de estar a la moda es una prenda de abrigo y con una variedad en los precios que las hace ser bastantes asequibles y que, cumpliendo estos dos requisitos, es de lo que se trata.

Nadie puede dudar de que hoy día, debido a la competencia, pero sobre todo con la llegada y la instalación de conocidas firmas, que casi en régimen de monopolio vienen actuando dejando de ‘trapa caída’ (digo bien) a muchos comercios de vetusta tradición en la provincia que, durante muchos años no tenían quien les tosiera, y que ahora es imposible hacer frente por los precios que las grandes cadenas ponen en sus artículos, imposibles de competir por el comercio local. El libre mercado es eso, que cada uno se las apañe como pueda, dejando al libre albedrío la oferta y la demanda y el que más chifle capador, aunque muchos no tengan chiflo con que chiflar.

Lo que quiero reflejar es la importancia que en aquellos años las prendas de abrigo tenían frente a las más ligeras actuales que, además de ser impermeables, eran muy eficaces frente a las bajas temperaturas que por entonces sentíamos en nuestro cuerpo. Mucho ha cambiado el clima y las modas. Hoy se ve poca gente con abrigo, sobre todo entre la juventud masculina, mayormente. Crecí con los llamados ‘Loden’ de un tejido ‘grueso y pesado bien forrado y caliente’, muy apropiado para combatir aquellas temperaturas, acompañados de los pasamontañas para proteger el rostro en los trayectos de ir y venir al colegio. Entonces casi nadie tenía padres que te llevaran al citado colegio en coche (eran otros tiempos).

A falta de dinero para golosinas bien nos venían a aquellos chupiteles que encontrábamos por el camino y que en casa nos reñían porque ello facilitaba los catarros, cosa que a veces agradecíamos para no ir a la clase y quedarte en casa caliente leyendo cuentos en la cama, ya que entonces no había llegado la televisión.

Entre los muchos recuerdos que uno atesora siempre hay alguno que, ahora con el paso de los años, te suscita alguna risa como era el ir a cazar grillos que, sin ningún rigor científico, aplicábamos técnicas consuetudinarias a muchos/as hoy día les harán reír, como eran aquellos cantos infantiles a pie de la grillera, con la idea que nos iban a hacer caso y decían así: Gri, Gri, Gri, «sal que te meo». Lo cuales, ante tal amenaza, solían caer en nuestras manos para que luego, cautivos en una pequeña jaula, nos alegraran con sus cantos.

En definitiva, cada tiempo tiene sus costumbres, y nosotros, sin que fueran ni mejores ni peores, según los gustos, así se guardan nuestra memoria. En definitiva, que la climatología no empañe nuestro disfrute por defecto o por exceso.

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