Los amigos de E.T.

A estas alturas, con el deterioro de nuestro planeta, se habla cada vez más de crear comunas de terrícolas en Marte y en la Luna. Estar en la luna, pero en sentido estricto, no como decimos medio en broma. Este tipo de informaciones frívolas y pseudocientíficas, como vivir más de la cuenta a lo Dorian Gray, son una memez de tantas que se cuelan en los medios y en el escaso entendimiento de la gente. Pero claro, a base de insistir, se van asumiendo. Como lo de vivir, en un futuro próximo, en el espacio exterior. Algún sinvergüenza ya ha parcelado nuestro satélite y vende terrenos a los incautos. Un sabio dicho gitano dice que «cada 5 minutos nace un primo… el caso es dar con él». Pero, aun dándolo por cierto, creo que su número es más elevado.

Otra cosa es que en nuestra galaxia, la Vía Láctea, haya vida más inteligente que la nuestra. Algo natural, dada la escasez de aquí. Millones de soles, con sus sistemas planetarios. Un universo en expansión cuyos límites, de haberlos, se alejan a velocidades de vértigo.

Stephen Hawking ha aseverado que es más que probable que el espacio albergue planetas habitables y habitados. Más mediático es Iker Jiménez, que estuvo en el chamizo llamado ‘Palacín’, con sus programas inquietantes; también recuerdo al P. Pilón y sus espeluznantes psicofonías; y los fascinantes programas de Antonio José Alésde la SER en la madrugada de cafés, dexidrinas, apuntes y libros de texto. ¿Cómo no creer?

En las noches canarias, la gente sube a los roques en busca de avistamientos que alumbren un mundo mejor. Seres desengañados del presente, que indagan en lo desconocido.

No es por meter miedo, pero los alienígenas de la peor especie ya están aquí. No son lagartos, ni telefonean con el meñique tieso. Viajan en coche oficial y anidan en hemiciclos y suntuosos despachos. Se han cargado todo. Sueños, ahorros, sanidad, educación, cultura, justicia.

Se dice que Felipe, Blesa, Rato, Chaves, Bono... –y, en breve Rajoy– han sido abducidos por los amables y compasivos amigos de ET.

Creo que aún hay sitio para la esperanza.