21/06/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Ya me iba arreglando con los lobos verdes que me salen de las cunetas de la carretera para medirme con máquina los cubalibres que pude haber bebido cuando la paz se me rompe con ataques inesperados de otra raza de lobos, los azules, lobos urbanos que atacan en motos.

Estaba acantonado con Martín en La Marina, que es un bar que hace esquinazo a dos civilizaciones, a varias etnias, donde conviven obrericos y paisanos con traje y otros que salen en la tele. Valoramosque Carlos le pusiera ese nombre costero, pese a ser de Carrizo, y nos acoge a los que no vamos a la playa. Martín porque es deVegamián y le cogió manía al agua desde lo del pantano y yo porque no encuentro los manguitos ni el Meyba que compré el mismo año que el ex alcalde Gutiérrez.

Estábamos tan contentos. Martín enseñando la variz que deja libre el traje de la triple corona de Piqué cuando aparecieron a velocidad de vértigo los lobos azules y se fueron a nosotros como lobos.

- Yo iba a comprar el pan;argumentaba Martín, como Umbral hace tiempo.

- Yo es que tengo pescado en el maletero y al sol se me pudre;mentí como un perro.

- Nada, están pisando la raya amarilla.

- ¿Y no hay descuento por no haberla roto?, sólo la pisamos;insistió Martín.

Ni caso. Y lo peor es que creció la cizaña y Martín riñe al dueño: «Eso es culpa tuya por meterte a caciplero en la lista de los malos, ahora estás más vigilado que los tuis de Carmena».

Y ayer atacaron otra vez los azules.
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