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Letanía cazurra jocoseria

04/02/2024
 Actualizado a 04/02/2024
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Corría el año 1230 cuando, por treinta mil doblas de oro anuales, las infantas Sancha y Dulce, hijas de Alfonso IX, renunciaron a sus derechos al trono de León en favor de su hermanastro Fernando, devenido Santo y tercero de su nombre. Fue entonces que León dejó de ser Reino independiente. Ni siquiera los leoneses hemos sido capaces de recuperar un autogobierno cuando se pusieron en marcha las autonomías en 1978. Como dejó escrito Miguel de Unamuno en ‘Andanzas y visiones españolas’: «Y tan íntima y fuerte fue la unión de ambos reinos, que los leoneses no tienen empacho alguno en llamarse o en dejarse llamar castellanos». ¡Bingo!

¿De qué te vale, León, que Unamuno, don Miguel, cuya pasión favorita era coger un papel y hacer una pajarita, dijese que no hay empacho en mezclarnos como hermanos leoneses y castellanos, si esta suerte de gazpacho ni lo comen los marranos a no ser que estén borrachos? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, pionera constitución, lengua, nación, regia silla, si te han ligado a Castilla sin consultar tu opinión; y falseen como hecho que te produce emoción porque tal ‘copulación’ te deja muy satisfecho, cuando siempre hubo despecho, por no decir que hubo guerra, como esta coplilla encierra: «Castellanos y leoneses tienen grandes disensiones sobre el partir de las tierras y el poner de los mojones, siendo singular pendencia de las luchas entre ambos la persistente apetencia de tomar Tierra de Campos». ¡Ay, León, venga a nosotros tu  reino!

¿De qué te vale, León, fueses reino tan temido en la España medieval, que hasta el moro lo sentía con un pánico cerval, si perdiste dos costillas de tu espinazo dorsal: al Este lo fue Castilla y al Oeste, Portugal? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, esa historia que te otorga prestigio internacional, si han puesto tu capital, no a la orilla del Bernesga, como era natural, sino de modo oficial la que baña el río Pisuerga? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, dar buena cuna y escuela a un Rodolfo paramés, si impuso que lo leonés ha de pasar por Pucela, y por este varapalo que propinó a lo leonés, pasó de inmediato a ser consejero en Banco malo? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino?

¿De qué te vale, León, que Zapatero anulase molesto paso a nivel situado en El Crucero para todo el que pasase sobre ruedas o a pinrel, si más que un auto de fe contra las vías del tren le sirvió para inmolarse, pues en ese distrito a él no hubo quien le votase? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, rico emporio forestal en especies de arbolado: castaño, encina, nogal, si está en parte abandonado y aún peor en gran parte condenado a incendio descomunal? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, tan extenso territorio, si un real despoblamiento es causa de sufrimiento, que ni invocando a San Glorio, que es santo propiciatorio y siempre lleva a buen puerto, va a sacarte de este entuerto? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino! 

¿De qué te vale, León, que ensalcen como alimento la alubia de La Bañeza, si es más sonora incidencia como instrumento de viento? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¿De qué te vale, León, dos aprendices de río, el Bernesga y el Torío, si son aguas de aluvión a la vez que gallo y poyo, pues con el frío son río y con el calor arroyo? ¡Ay, León, venga a nosotros tu reino!

¡Ay. León, venga a nosotros tu reino, que aquel que antaño existió y gloria mucho te dio ahora ni sueña despierto porque en su ser y existir es un vivo como muerto!

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