A las seis de la tarde del miércoles, tras el apagón, España cubrió casi un 75 % de la demanda eléctrica nacional con energías renovables (hidráulica, eólica, solar fotovoltaica y térmica, y térmica renovable), además de almacenar 2.288 MW y de exportar a Marruecos 90 MW y 94 MW más a Francia. Esa es la envidiable posición del mix energético español. Las placas fotovoltaicas aún no rendían al máximo, como sucederá en junio.
España produce mucha energía renovable y barata; tanta que países cercanos la importan. En algunos casos, como el francés, ha servido para detener sus centrales nucleares, aquejadas de problemas de seguridad que exigieron urgente reparación. Para Francia, que compra el uranio a países bajo control ruso, como proveedores preferentes, ha resultado un respiro, solo limitado por la resistencia a tener más interconexiones con España.
En este panorama, con una parte del parque renovable aún por instalar, pero decreciente, pues se trata de una inversión poco rentable al precio del KWh español, el almacenamiento pasa a ser estratégico. Por las noches no hay energía solar, pero sí consumo. En consecuencia, España puede tener un mix energético que le dote de más independencia, pero necesita almacenar parte de lo que produce durante el día.
León ya tiene un papel relevante en el almacenamiento. La cadena de embalses del Sil, en El Bierzo, es en realidad un enorme acumulador, que bombea agua hacia atrás para almacenar la energía excedente. Otro medio serán las plantas de hidrógeno, que absorberán energía solar para producir ese gas y su medio de intercambio: amoniaco. Pero existe otro proyecto en comarcas mineras, que sería revolucionario para esta tierra. Sin embargo, se paralizó cuando los estudios preliminares estaban avanzados. Se trata de la conversión de minas abandonadas en enormes depósitos de gas comprimido, un ingenio eficiente para acumular energía.
Aunque la energía es decisiva para los países, capaz de frenar economías poderosas como la alemana por la subida del precio, no parece que los leoneses tengamos conciencia de su potencial para esta tierra. Vivimos en un momento de cambio del modelo energético. Por eso sería importante intentar la reactivación del proyecto del gas comprimido en las minas, además de realizar una propuesta de emplazamientos de plantas de hidrógeno: Cistierna, etc. Alternativas de empleo mucho más sucias, como el carbón, fueron bien acogidas por la población. Éstas nuevas son mucho más limpias, además de capaces de crear empleo cualificado: una transición justa. La Autonomía de León tendría su plan, pero se necesitan otras iniciativas hasta que llegue.