06/07/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Clase de religión en un colegio concertado de Andalucía. Explica el profesor: «Estando Jesús en el huerto, y digo ‘huerto’ por que estaba ‘huerto’ de espaldas, llegaron los jodíos y los fariseos. Jodíos de haber caminado más de cuarenta kilómetros; fariseos, vaya uno a saber por qué. En esto, se le acerca uno por detrás y él, asustado, se da la vuelta y le dice, a voz en grito: ¡No judas, Iscariote!».

El profesor, en su idioma, quería explicar a los chavales la mayor traición que vio nunca la humanidad: vender con un beso, y treinta monedas de plata, al mismo Dios. No sé puede ser más ruin, más falso, más ‘hideputa’. Luego, amargado por los remordimientos, que tuvieron que ser bestiales, Judas se ahorcó; y lo hizo en un árbol, el ‘árbol del amor’, del que uno de los más hermosos ejemplares , hermano de aquel palestino, se encuentra en Pombriego, comarca de la Cabrera, provincia de León.

¿Cuántas veces, a lo largo de la vida, nosotros mismos nos hemos sentido traicionados?, ¿cuántas veces ha sido uno de nuestros amigos el que nos ha traicionado? Seguramente alguna, como es mi caso y no creo que yo sea algo especial, un marciano o así...; uno, como todos los que me rodean, es un fulano normal, común y corriente, que lo único que pretende es pasar por este ‘valle de lágrimas’ sin llamar mucho la atención, siendo uno más, sin estridencias altas o bajas. Uno pretende ser medianamente feliz, sin exagerar, por que sabe que a los escasos buenos momentos que disfrutará, le seguirán otros, muchos más, llenos de pena, de dolor o de desazón. Eso lo sabe uno como lo sabe cualquier hijo de vecino; lo que me endemonia, lo que me pone de los cohetes, lo que me hace llorar de rabia, lo que me envenena el corazón y la próstata, es que algún cabrón, por deporte, por afición, me joda alguno de aquellos escasos momentos felices. La verdad es que uno se harta de aguantar a esos miserables y le entran ganas de agarrar una escopeta y emprenderla a tiros, que es una magnífica forma de eliminar tensiones. Pero no puede, por que el sistema está tan viciado que me enviarían a una cárcel a pasar una temporada entre rejas y no me permitirían hacer ninguna de las cosas normales que hago todos los días. El sistema está tan corrupto que permite que inocentes de manual estén encerrados (tipo Raquel Gago), y un montón de ladrones, traidores y chupasangres, estén viviendo en su casa, aun sabiendo que tendrían que estar en Villahierro. ¿Cuántos políticos, administradores de la cosa pública, picoletos, maderos, militares, funcionarios de toda índole, han traicionado a los que le han elegido, a quienes les pagan su salario? Cuántos de ellos han traicionado a sus propios compañeros de partido, dejándolos tirados a la primera de cambio, (siempre por treinta monedas de plata), para hacer cama en los miles de ‘grupos mixtos’, que tanto abundan en los ayuntamientos, diputaciones y en los parlamentos varios que soportamos en este país? Creo que todos os acordaréis de lo que pasó en la Asamblea de Madrid la primera vez que salió elegida la señora Aguirre con los tres socialistas que cambiaron, en plena carrera, de caballo. Como este, mil ejemplos jalonan la geografía de la esta España mía, de esta España nuestra... ¿Qué habría que hacer con los tipos que eligieron a la Zorra para guardar las gallinas de Caja España antes de que muriese por una indigestión de cemento? Por que, estaréis conmigo, lo que sucedió fue de traca. «A ver, –pensó un tipo con mucho poder–, ¿quién es el fulano que más dinero debe a la Caja? ¿Éste? Pues nada: será el presidente de la entidad». ¿O no es cierto lo que digo? Que alguien me desmienta... Y, por si fuera poco, el mismo tipo puso a su lado, para que le ayudasen a prepararla en condiciones, a sus compañeros de oficio, que, a su vez, debían hasta la camisa a esa santa institución, hoy adsorbida por por otra mucho más poderosa. Y, por si esto no bastase, ese mismo tipo que mandaba mucho, cedió la propiedad de la Cultural a esa misma calaña de desaprensivos hasta que lograron hundirla en un mar de deudas y no levantar cabeza hasta que los cataríes compraron el club por una miseria, lo sanearon y, en poco tiempo, lo suben a segunda división.

¿Son o no traidores la Zorra y sus amigos y compañeros del ladrillo, los políticos que los escogieron a sabiendas de que la iban a cagar, y nosotros por soportarlo sin haberlos matado, aunque fuese metafóricamente? Yes. Son unos Judas...

Salud y anarquía.
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