El crecimiento en la última década en España de los fondos de inversión, tanto de gestoras nacionales como internacionales (unas 50), es admirable: han duplicado su tamaño hasta alcanzar los 722.000 millones de euros. Y es que invertir a través de este instrumento financiero tiene muchas ventajas.
Una de ellas es la diversificación de nuestras carteras pues en cada fondo podemos encontrar 30, 40 ó 50 valores diferentes, de renta fija o de empresas que cotizan en diferentes mercados. No es lo mismo invertir en unas pocas empresas de defensa, por ejemplo, que hacerlo a través de un fondo de defensa. Y la diversificación es una cuestión clave en la inversión porque nos permite aminorar el riesgo. Por otra parte, podemos elegir si queremos una gestión activa o pasiva.
En la primera, confiamos en el buen hacer de un gestor y de su equipo que seleccionan qué productos incluyen en cada momento en la cesta. Profesionales especializados normalmente con años de experiencia. En la gestión pasiva, el fondo replica un determinado índice como el MSCI Word o el S&P 500. Por otra parte, se puede traspasar de un fondo a otro sin tributar, lo que nos permite diferir el impuesto: solo tributaremos cuando vendamos, con pérdidas o ganancias, aplicándose la retención conveniente. Por fin, las comisiones son transparentes y se pueden consultar en la ficha de cada fondo.
Entre las firmas internacionales con más patrimonio destaca BlackRock, la mayor gestora del mundo, con un volumen superior a los 50.000 millones de euros. Tras ella, Amundi, JP Morgan Asset Management, DWS e Invesco.
Según cifras de Inverco, el número de cuentas de partícipes con fondos de inversión en España supera los 24 millones.
Algo que no ha cambiado en estos últimos 10 años es la vocación conservadora de los partícipes españoles, rozando el 50% los fondos nacionales de renta fija.