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Hoy es el día...

14/02/2023
 Actualizado a 14/02/2023
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Era en los años cincuenta, en los que predominaban las comedias blancas, cuando se estreno con gran éxito la película titulada ‘El día de los enamorados’, dirigida por Fernando Palacios, protagonizada por la pareja del momento: Concha Velasco y Tony Leblanc, con música del compositor Augusto Alguero que nos trasladó a un mundo idílico lleno de ilusiones.

Yo creo que, como muchos de los de mi edad, no conocíamos lo que era la celebración del patronímico de los enamorados: San Valentín, hasta que vimos la citada película a finales de los años cincuenta del pasado siglo (como suena de fuerte esto) en la que se daban cita las caras más famosas del momento, Concha Velasco, Katia Loriz, Mabel Karr y Maria Mahor, y en la que el apuesto actor argentino-francés, Jorge Rigaud, daba vida al santo Valentín cuando, este, bajaba del cielo con el encargo o misión, de resolver las desavenencias de algunas parejas.

A lo que íbamos, la festividad fue puesta de moda por unos grandes almacenes madrileños, ya desaparecidos y que, con el tiempo, se fue sumando con gran regocijo, la totalidad del comercio nacional. Quién no se acuerda de aquellas tres bellezas españolas citadas paseando por el Madrid a finales de los años cincuenta, luciendo su palmito ante las miradas de los viandantes. La celebración del novedoso día entre las parejas de enamorados se multiplicó a partir de la proyección de la película en nuestros cines.

Este día tenía dos cosas buenas: una era cuando la novia, o persona pretendida recibía el regalo y otra cuando en las tiendas lo vendían aumentando la caja en las vísperas del santo. A ello se unieron todo tipo de celebraciones amorosas cuales eran el ir al cine, al baile o de merienda, cosa que en aquellos años solo se llevaba a cabo en días señalados. Es fácil de suponer lo que pensarán mucha muchos/as de los que me acompañan en estos años, viendo como han cambiado las cosas.
Lo que hoy piensan nuestros descendientes es fácil de suponer, pero los tiempos, como dice la letra de la conocidísima canción de la zarzuela ‘La verbena de la Paloma’ de Bretón y De la Vega, allá por el año 1894: «Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad» y por ello muchos todavía lo seguimos contando, aunque con dolorosas ausencias, máxime en esta fecha que, aunque con una clara intención mercantil, esta conmemoración no quita un ápice de valor al recuerdo permanente que albergamos en lo más hondo de nuestras entrañas, recordando lo que un día supuso el inicio de un compromiso perenne invocando en la interioridad a ese santo que, aunque de dudosa credibilidad, contribuyó a hacer realidad esos amores duraderos.

Aunque hoy coincide esta colaboración con el famoso santo, y mucha parejas seguirán demostrándose el cariño que se tienen , quiero terminar con una anécdota alegre que, teniendo como protagonista a algo que ya casi no se lleva, como diría mucha gente, como es la conocida expresión espontánea denominada ‘Piropo’, ya casi en desuso por esta generación. El hecho tuvo lugar en un céntrico bar al que asiduamente acudo a tomar el café mañanero, solo o con algún amigo, mientras leía la prensa.

Lo que escuché salía de un grupo de clientes conocidos mientas pagaban las consumiciones y que, con el mayor respeto a la persona que les cobraba, oí decir lo siguiente: «El otro día fui a unos grandes almacenes, a la sección de bombones, y tú no estabas allí». Difícil de mejorar, y dicho con el mayor respeto. Dedicado, de todo corazón, a todos lo enamorados del pasado, presente y futuro ya que, el amor de verdad, sólo se vive una vez. Y no quiero decir más.
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