En 2018 la marca de moda Balenciaga superó los 1.000 millones de facturación. De este modo, se convirtió en la cuarta firma del grupo Kering (perteneciente a la familia Pinault, la 35ª fortuna del mundo) en alcanzar la milmillonaria cifra, tras Gucci, Bottega Veneta y Saint Laurent.
Unos cuantos años antes, en 2000, Santiago Sierra pagó a seis putas de Salamanca por dejarse tatuar una línea de 160 centímetros en la espalda. La ‘performance’, grabada en vídeo, la tituló ‘Acciones remuneradas’ y forma parte de una serie de acciones que pretenden denunciar las dinámicas del capitalismo. De esta forma, pagó en La Habana a un grupo de afrocubanos por masturbarse (crítica al turismo sexual de la isla) y a unos inmigrantes subsaharianos para que cavaran en Cádiz unas fosas en las que cupieran sus cuerpos (reprobación de la política de fronteras de España).
Los nombres de Balenciaga y Santiago Sierra se unieron hace dos semanas, durante el desfile de la firma en la semana de la moda de París. La presentación de la colección de prendas de lujo se hizo en una pasarela llena de barro, por la que caminaron a duras penas modelos y famosos como Kanye West, quien antes había lucido una camiseta con el lema ‘White lives matter’ (réplica al movimiento ‘Black lives matter’). El público asistente, compuesto por gerifaltes y gente rica en general, salió encantado de que les salpicasen de cieno.
La idea del desfile fue del director creativo de Balenciaga, el georgiano Demna Gvasalia (ahora Demna, a secas), inspirado en una acción similar de Sierra en la Kestnergesellschaft de Hannover en 2005. El artista, Premio Nacional de Artes Plásticas en 2010 (que rechazó), se justificó ante ‘Icon’ del siguiente modo por colaborar con una de las mayores empresas del planeta: «El arte no se diferencia demasiado de la industria del lujo, es parte de ella. Y evidentemente un buen cuadro supera con creces el valor de un buen vestido. Joseph Beuys distinguía entre dinero limpio y aceptable y dinero sucio e inaceptable, pero yo no creo que exista dinero limpio. El más sucio tal vez sea el ganado con el sudor de la frente, pues en el trabajo traicionamos nuestras ansias de libertad y vendemos nuestro cuerpo a los intereses de un tercero que es tan solo una dominatrix socialmente aceptable. El lujo y la miseria siempre me han interesado como tema, como reverso y ‘adverso’ [sic] de una misma moneda. Precisamente el lujo es una preocupación social y política de primer orden».

Gracias por el barro
16/10/2022
Actualizado a
16/10/2022
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