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Fontanero Vladímir, fontanera Leire

29/05/2025
 Actualizado a 29/05/2025
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Vladímir Vladímirovich siempre lo fue. Tonto el que se fio, o el que lo quiere hacer. Cuenta Catherine Belton que el primero que se fijó en él como posible sucesor de Borís Yeltsin fue Sergei Pugachev. Habían filtrado un video de carácter sexual del fiscal Yuri Skuratov, que estaba investigando al Kremlin allá por el 1999 y destapando la red financiera que involucraba a Fimaco y la familia Yeltsin. Su gran mérito, aparte de llevar a término la operación de chantaje y desprestigio, fue mantenerse frío, sereno y desvergonzado en la conferencia del día siguiente. Mientras su acompañante, el ministro Serguéi Stepashin, se mostraba azorado y con la cabeza gacha, Vladímirovich trasmitía calma; la rutina de sus tiempos en Dresde y San Petersburgo. «En ese momento nadie más pensaba en él. Pero yo me dije: queda muy bien en la tele. Haremos de él un presidente».

De fontanero a dictador. No sucederá con Leire Díez. La experiencia del KGB le hubiera proporcionado la formación suficiente para no organizar la operación de chantaje y desprestigio a través de Zoom. En Ferraz se dan los aires de la Alemania oriental, no sólo en comportamiento: el cuarteto del Peugeot y los atuendos del ficticio agente de la stasi, Santos Cerdán. Falta pantalón de pana, abrigo de lana y sombrero de fieltro. Sin embargo, no dejan de ser unas grupis de cheerleaders y obtusos arrimados al más guapo. Bolaños sí sabe cómo funcionan los tejemanejes filtrados: afirmar, sonreír, convicción y el lelo eres tú. Digno sucesor. Equipararlos con la mafia es desprestigiarla. Les han cazado en tantas que la comparación removería a Lucky Luciano. El eje son las tragaderas y disciplina de unas masas amamantadas a base de artificios. 

Vladímirovich terminó siendo presidente y amoldando la figura en sus primeras elecciones a base de los supuestos ataques terroristas de chechenos. Las bombas de aquellos edificios residenciales siguen en duda, como el infarto de su mentor Anatoli Sobchak, los envenenamientos, los suicidios… Se sabe pero no se sabe. Para esto hay que valer, diría Vladímir con las cejas fruncidas.

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