02/01/2023
 Actualizado a 02/01/2023
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Con el nuevo año la humanidad pasará de la fisión a la fusión, inaugurando una nueva era de una nueva generación de energía que algunos de nosotros no alcanzaremos a contemplar por razones de edad. Será como un gran salto hacia el vacío. Como dejar atrás lo que hasta ahora, a nivel de comprensión, no estaba al alcance más que de unos pocos privilegiados. Por fin parece que la ciencia ha logrado imitar al sol, que, como las estrellas, devora cantidad de hidrógeno que después convierte en helio, liberando una gran cantidad de energía aprovechable.

Hablamos, naturalmente, de la energía nuclear. La fisión se producía al dividir en dos fragmentos un núcleo pesado. Al ser estos desiguales brotaba la energía. La fusión, en cambio, consiste en unir varios núcleos ligeros produciendo otros más pesados y más estables. Así que ya lo ven. Toda una historia de la ciencia para llegar hasta aquí. Ha resultado que no consistía en separar sino en unir. ¿Y ahora cómo se lo hacemos comprender a los políticos y demás? ¿Cómo de bochornosa ha de ser la retirada de su pedestal de los que rigen el mundo desde la más absoluta iniquidad?

Y no vale aferrarse al que eso está por ver. Se ha visto ya. La ciencia lo tiene claro y lo va a poner en práctica. Y tampoco vale llamarse andana e instalarse en el a mí eso me da igual. O dedicarse, como el naturalista Carlos Hita a perderse por la selva para comprobar que allí los árboles tienen cada cual su propio sonido de lluvia. Seguramente que Carlos Hidalgo, el físico de la fusión, ni siquiera conoce a su homónimo, el del sonido de la lluvia. ¿Y, qué más da? Tampoco Putin sabrá nada de nada sobre la fisión y la fusión, y sin embargo es muy capaz de amenazar a la humanidad con hacerla desaparecer. Para ello le han provisto sus científicos de cámara un artefacto llamado: «la bomba del arcoíris» capaz de dejar a todo un país sin móviles y sin televisión.

Tal vez este nuevo año comience a verse ese cielo color ‘azul serenidad’ sacado de un poema de Traquel al que alude nuestro Luis Mateo en la página 62 de su libro del mismo nombre y del que le hablaba, antes de morir, su sobrina Sonia, hija de su hermano Antón, al que, en una carta, la pobre enferma le decía a su padre: «Solo tengo fuerzas para regalarte mi más profundo deseo de esa madurez azul que proporciona la calma».

¿La muerte, desaparecerá por fin? ¿Serán la misma cosa la calma y la fusión?
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