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El final del sueño volador de León

29/10/2023
 Actualizado a 29/10/2023
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Lo de mirar al cielo, de niño, ver la estela de un avión y preguntarse a dónde irá. Otro misterio que se ha perdido. «Salen cosas, accesorios mil», cantaba Berlanga poco antes de morir, y ahora hay aplicaciones en el móvil que enchufas a la aeronave en cuestión y te indican el aeropuerto de salida, el de destino, la aerolínea y hasta la antigüedad del aparato volador.


Así de fácil: ir caminando por Las Lomas, ver un reactor subiendo al cielo y averiguar que es un vuelo estacional de los que salen de la Virgen del Camino a Menorca. Y entonces pensar en aquellos otros aviones, los de Lagun Air.

Ah, Lagun Air. Aerolínea leonesa de bandera, con sus Embraer surcando los cielos de las Españas, tejiendo una tupida red de conexiones aeronáuticas con León como base. Cuando se ataban los perros con longanizas y se organizaban vuelos de Madrid a León para asistir a la inauguración de la Feria del Libro Infantil y Juvenil, y luego comer morcilla en La Mina, y volver en el pequeño avión, sin tiempo para dormir porque cuando terminaba el despegue ya se empezaba el aterrizaje.

En otra ocasión, nuestra compañía de transporte aéreo fue escogida para presentar el nuevo disco de la igualmente extinta banda Cycle. Un Madrid-Valencia, o algo así, con el grupo tocando (bueno, o soltando bases programadas, lo mismo da) ante una audiencia entre enfiestada y temerosa por su vida. Porque lo malo de montar un sarao en un avión –aquí escribe la voz de la experiencia– es que el peso del pasaje hace bascular a la aeronave y el piloto tiene que ser muy diestro para levantar el morro o el culo, según convenga.

Luego vinieron las vacas flacas, llegó el Alvia y se acabó el sueño volador de León. Al parecer afloraron también las gestiones ‘peculiares’, por llamarlas de alguna manera, a cargo de la dirección de la empresa. Léase, sueldos de 150.000 euros anuales (más un millón en bonus) o billetes para familiares.


Hoy, 15 años después, con el aeropuerto-fantasma de León cerrado la mayor parte del tiempo y cuando llaman desde arriba al repliegue aeronáutico, se hace curioso pensar en aquellos tiempos en que nos creíamos que esto era Nueva York y que teníamos nuestro propio JFK. En su momento nadie se preguntó si era viable una aerolínea leonesa (igual que hubo otras en Navarra o La Rioja). Sencillamente se daba por supuesto que se había alcanzado un nivel de desarrollo en el que tocaba quemar queroseno para ir aquí al lado. Qué cosas.

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