Tenía yo buen humor e idea de escribirles esta semana del preclaro gusto eurovisivo musical de la popular diputada leonesa, Esther Muñoz de la Iglesia, que no es ministra de Sanidad o de Educación o de ambas materias a la par, que no hay mixtura imposible y más a la hora de mandar, porque su presidente no quiso ser presidente y que, para colmo y por azar fotográfico, pudiera parecer que a paraguas abierto se protege, y protege al alcaldable popular, David Fernández Menéndez, de los libros, por no decir de la cultura. Si, buen humor e idea tenía para, leve, ironizar del fuerte cuello del diputado socialista leonés, Javier Alfonso Cendón, tan bien ejercitado, sobre todo, en las sesiones parlamentaria de control al gobierno, toda vez que su cerviz rinde amenes a toda afirmación presidencial o niega con la cabeza apuntalando todo reproche a la oposición. Viéndolo por televisión y aun muda esta, bien se puede deducir en qué fase discursiva se encuentra el preguntado Pedro Sánchez. De los aplausos de una y del otro, mejor no hablar, pues a sus presidentes (el que no lo fue porque no quiso y el que sí quiso y lo es) siempre les rematan o coronan sus intervenciones a ovación cerrada.
Sí, tenía yo buen humor e ideas, mas también radio y televisión y ojos y oídos y espejos y, sí, al menos, un resto de humanidad y de conciencia y uno ve y escucha las cotidianas imágenes, las diarias desesperadas tragedias de unos hombres, de unas mujeres, de unos niños semejantes a mí, a usted, a nuestros hijos y nietos, a los propios ejecutores que los masacran y no puedo ni quiero tragarme la clara, indiscutible conciencia de estar asistiendo al calculado genocidio, que, ¡recordemos!, no es nada más y nada menos que, como fija nuestra Academia, el «exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad», del pueblo palestino. Y sí, aunque parezca mentira, a manos del gobierno del Estado de Israel. Tal que quienes antes lo sufrieron a manos de los nazis, ahora hubiesen dado el salto –hacia atrás, obviamente– de perseguidos a perseguidores, de reprimidos a represores, de exterminados a exterminadores.
¿Qué fue de su y nuestra compasión? Único sentimiento exclusivo del ser humano.
¿De dónde esta inhumana perseverancia en la tortura, nuestra exclusiva bestialidad? Véase y vea a sus seres queridos en cada imagen de esta atrocidad. Búsquele luego una justificación. ¿Duro eh? Pues no calle. Gritemos juntos: ¡Exijamos la Paz!
¡Salud!, y buena semana hagamos… ¡Y tengamos!