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Es andancio, es spleen

24/04/2024
 Actualizado a 24/04/2024
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Spleen de Madrid era el título de una serie de escritos publicados en la prensa por Francisco Umbral. Se trata de un estado de melancolía sin causa definida o angustia vital de una persona; algo parecido al malestar, no se sabe por qué o estoy hecho polvo que aquí llamamos andancio. Una epidemia leve que se abre paso en todo el país; la tontuna que se adueña de la gente y embota los sentidos y el raciocinio.
Mucho tienen que ver la pérdida de valores y la incierta situación socio-política, dislocada, que no sabemos dónde nos llevará. ¿Qué será de nosotros? O más bien ¿Qué harán con nosotros? Porque la gente ha delegado la libertad y se mueve en base a etiquetas para describir a las personas o los sentimientos de forma uniforme y sin criterios.

Los clichés que tenemos ante los ojos sirven para todos los temas de la vida privada y pública. Una dulce dictadura que aceptamos sin rechistar; si por el contrario te rebelas, serás calificado de antisocial, facha y otros improperios. Algo así como ciertas costumbres bárbaras hacia las mujeres que se practican en África. Si por casualidad a una le da por estudiar, vestirse a la moda o escapar de las mutilaciones, será maldita y marcará su vida por siempre. Si es que no la pierde.

Son costumbres impuestas, como en occidente ocurre con respecto a determinados asuntos como el cambio climático, el animalismo, las pateras, las vacunaciones, el veganismo, la prohibición absoluta del tabaco a cambio de la marihuana. O los dictados de la ONU y de la UE. Todo por nuestro bien.

Con Ucrania o Moscú; palestinos o antisemitismo… ya nos han colocado en la postura oficial. Lo cantaba Paco Ibáñez, en la canción de Brassens: «A la gente le importa que uno tenga su propia fe». Pero hoy estamos como en Fuenteovejuna.

En política es donde la polarización se nota más. Ni Sánchez, ni Feijóo; ni Biden, ni Trump porque saben que más tarde o más temprano volverán. En las últimas elecciones. (por llamarlas de alguna manera) la perspectiva era optar entre lo malo y lo peor. Y otro tanto en las siguientes.

Y la gente, cada vez más ignorante y satisfecha con su condición, pasa por el aro como los corderines al redil. A estos los controla un pastor, un mastín y el pequeño carea. A nosotros, chacales, hienas y lobos, sedientos de dinero, poder, sexo y ambición. No es spleen. Es peor.

 

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