17/09/2023
 Actualizado a 17/09/2023
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En muchas poblaciones de la «piel de toro», de modo fijo o provisional, se utiliza un coso o plaza para la lidia y el sacrificio de cornúpetas en honor a su santo patrón o patrona, como un rito sagrado y ancestral. 
Y como espectáculos taurinos de relumbrón ahí está Valencia por Fallas, Sevilla por su Feria de abril, Pamplona por San Fermín, Bilbao en la Semana Grande... y, por supuesto, Madrid por San Isidro Labrador. A estas plazas de toros fijas, que suelen llevar el nombre de Monumentales, hay que sumar las provisionales que se montan con carros, carretas y talanqueras durante las fiestas patronales de numerosas villas y aldeas españolas.

A la liturgia comercializada acotada en un ruedo y negocio de dehesas ganaderas ⸺que consiguen mover millones de euros⸺ hay que añadir otros espectáculos taurinos que acontecen anualmente en espacios abiertos del suelo hispano, verdaderamente aborrecibles, como lancear a las bestias, perseguirlas con vehículos a motor, enmaromarlas o hacer de sus astas teas encendidas.

Y es que, por lo que concierne a la tauromaquia, España se fractura entre afectos y desafectos. Entre estos últimos cobró gran relieve los comentarios absolutamente repugnantes, por estar llenos de odio, sobre la muerte el 9 de julio de 2016, en la plaza de toros de Teruel, del torero segoviano de 29 años de edad Víctor Barrio. 

Multitud de antitaurinos y animalistas celebraron la muerte de este joven en las redes sociales. El comentario más desafortunado fue el pronunciado por Pablo Hasel: «Ha muerto un torero. Un torturador menos. El planeta está un poco más limpio de esta mierda». Por mucho que se vomiten chorros de aversión hacia el espectáculo taurino, en modo alguno se puede uno jactar de la muerte de un ser humano. 

En este país en que nos ha tocado vivir, el aborto, el fútbol, los partidos políticos y los toros nos divide a casi todos. Para los afectos a la lidia: «Hay que defenderla como un bien cultural y artístico». Para los desafectos: «La fiesta taurina no pasa de ser un escarnio contra los animales de las astas y el mugido”. 

El personal, como en las gradas, dividido entre sol y sombra.

 

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