El sambenito

Es una larga tradición en este país llamado España, lo de «sacar leña del árbol caído» así como otras formas de crueldad y mortificación. Una seña de identidad que compartimos todos los españoles, por encima de cualquier nacionalismo, venga de donde venga.

En casi todas las plazas de los pueblos y ciudades, aún se ven ásperas columnas de piedra que soportan la intemperie a través de los siglos. Testigos de la Historia de escaso valor artístico y sin utilidad aparente. El «rollo» es su nombre. Incluso en mi barrio aún se habla del Rollo de Santana, donde se exhibían las cabezas de los ajusticiados o de los que estaban fuera del sistema por razones de religión, ley; o por calumnia y delación (como sucediera en la Guerra del 36).

No resultaba fácil librarse de aquel tormento porque, más que ser bueno, por encima de todo valía la apariencia y verse libre de enemistades. Pero cuando algún desdichado era llevado al rollo, el peor castigo, aparte de otros, físicos, era la humillación. A la víctima se le endosaba un hábito amarillo llamado «sambenito» o capirote y la gente le arrojaba inmundicias –como los catalanistas a las sedes de Ciudadanos– insultos, amenazas y escupitajos.

Sea por incultura o falta de interés por todo lo antiguo, se olvidan episodios que no son nuevos salvo por la forma de aplicarlos, porque la intolerancia y el odio, son los mismos desde que el hombre es hombre. Y, por citar un caso reciente, me refiero a Cristina Cifuentes. Bastaba que hubiera dejado el cargo para restaurar la paz (aparte especial para la tropelía de la URJC que posibilitó el fraude, y la indolencia de Rajoy). Sin embargo, por el hurto de unas fruslerías en una tienda, es arrojada a los perros (televisión, prensa, redes…) de la jarapundia u opinión pública. Algo insólito en el reino de la corrupción si se compara con los Puyoles, Camps, Bárcenas y Urdangarín, por citar solo unos casos. A veces escucha lo de «poner en la picota» a alguien. Pues quede claro que la picota y el rollo, vienen a ser lo mismo. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.