pedro-lechuga-mallo2.jpg

El calvo, los gordos y Ramón García

28/12/2017
 Actualizado a 15/09/2019
Guardar
Si existe una época del año donde nos enfrentamos a una gran variedad de tópicos es sin duda la Navidad. Es más, quizás sean estas fechas las causantes de que alguna mente pensante acuñara por primera vez el concepto tópico y le diera el significado que nos ha llegado hasta nuestros días. Y es que desde que comienza la Navidad, el subconsciente colectivo empieza a entonar todo tipo de topicazos, unos más justificados que otros.

Eso sí, algunos se van metamorfoseando según van adecuándose a los nuevos tiempos y a los cambios más o menos previsibles. Por ejemplo, hasta hace unos años todos habíamos hecho un hueco en nuestra cena de Navidad al calvo de la Lotería. No era cualquier calvo, era nuestro calvo, que nos hacía soñar con una vida llena de miles de euros que pensábamos nos ayudarían a cumplir nuestros sueños, sin saber que a lo mejor lo que nos harían sería precisamente quitarnos el sueño. Nos han querido llenar su ausencia con incluso extraterrestres, como este último año, pero esa cabeza perfecta y brillante es imposible de olvidar.

Otros dos clichés navideños son los que tienen que ver con los gordos, y no me refiero a los yernos, cuñados y primos que desembarcan en tu casa al más puro estilo Día D en las playas de Normandía. El primero de los gordos es el amigo de nuestro calvo millonario, el que cada 22 de diciembre hace volar nuestra imaginación pensando en lo que gastaríamos un premio, que por desgracia o por suerte casi nunca llega. Pero el problema no es que la bolita con tu número no sea cantada por esos niños que han sido poseídos por el hermano secreto de Camilo Sexto, el verdadero drama es si vociferan el de amigos, vecinos o compañeros de trabajo. Ante esta hecatombe no vale ni el tópico de «lo importante es la salud», porque además es mentira, ya que los nuevos ricos también tienen salud y es probable que tú la pierdas consumiéndote por un virus llamado envidia.

El otro gordo es el de rojo, que poco a poco ha ido ganando terreno a los tres Reyes Magos, en lo que puede ser premonitorio del futuro de nuestra monarquía. El barbas gordinflón ha sido más inteligente y ha contratado a un mejor director de marketing, que ha logrado ir apartando a los amigos de Oriente relegándoles a un papel secundario en la gran obra de teatro que es la Navidad. Hace años Papa Noelno era más que un invitado en las cabalgatas del 5 de enero, pero ha ido acaparando protagonismo hasta conseguir tener un desfile propio. Nada que decir ya de la moda de su gorrito, que lo ha convertido en un clásico durante estas semanas. Bien es cierto que combina mejor que los turbantes reales, pero aunque sólo fuera por dar gusto a nuestro paisano Zapatero y a su Alianza de Civilizaciones, ¿no sería espectacular ver las calles llenas de turbantes? Por cierto, dicha Alianza ni estuvo, ni está ni se la espera. No sé si algún día se la pidió en su carta a los Reyes Magos, pero si lo hizo no se la trajeron y Papa Noel no va a ser tan tonto de potenciar a la competencia.

Ya no tenemos calvo de la Lotería, los Reyes Magos más pronto que tarde van a convertirse en trabajadores de Santa Claus, pero eso sí, como autónomos, nos hemos tenido que acostumbrar a esperar las doce campanadas sin el especial de Martes y Trece… y así un lento exterminio de tópicos que los nostálgicos navideños todavía no hemos sido capaces de superar. Menos mal que todavía tenemos a nuestro Ramón García y su capa, que no es eclipsado ni por la Pedroche y su vestido ¿o sí? Y es que la Navidad ya no es lo que era. Vaya, otro tópico.
Lo más leído