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Coronación coronada

15/10/2023
 Actualizado a 15/10/2023
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La noticia principal corrió paralela a una reivindicación con tintes de vindicación. O eso parecía. A la coronación canónica de la Virgen del Mercado el 7 de octubre último se le vistió con los ropajes de la controversia. Las mujeres –un grupo de ellas bautizadas en la parroquia– querían portar la imagen en tan señalada fecha, junto a los ‘señoros’ y figurones ‘pujavírgenes’ de toda la vida. (Adviértase la ironía). E incluso acudieron al ordinario del lugar, es decir, al obispo de la Diócesis, para obtener la especial licencia. O gracia. Duro y a la cabeza. Y el mitrado y, se supone, experto en procesiones leonesas se la otorgó. Eso sí, el párroco de la feligresía de Santa María del Mercado (y del Camino) también asintió. El que manda, manda, debió pensar. Y los braceros, la mayoría, en la inopia, señor cura. Nada sabían del acuerdo. Y otra cosa. Se sospecha que durante el transcurso de la entrevista con el patrón diocesano se evitarían los epítetos. En presencia del prelado conviene cuidar el lenguaje y la gesticulación innecesaria. 

Total, que las señoras cristianizadas en el mariano templo de la calle Herreros pujaron en el tramo previsto –en concreto en la calle General Lafuente– y, que haya trascendido, ningún bracero puso impedimento. Al contrario. Se apartaron de su puesto de puja con la mayor cortesía y consideración, para que las parroquianas solicitantes metieran el hombro, como se dice en el argot. Cosa distinta es la bulla que se escuchó desde las aceras al producirse el cambio en las almohadillas. Los vítores subidos de tono –que los hubo– restaron comunión a la manifestación procesional. ¡Viva las mujeres! ¡Fuera los machistas! Y una interrogante al respecto: Visto el asunto en perspectiva, ¿dónde empiezan los derechos de unas y dónde terminan los de los otros? Aun así –que todo debe aclararse– una cosa es predicar y otra dar trigo, y aquellos que con singular vehemencia mostraban su desacuerdo con la dispensa obispal a favor de las acristianadas, fueron los primeros en sumar a las suyas bajo las andas. Ya se sabe que a la doble moral le llaman ahora cambio de opinión. 

Por cierto –y no sobra que tome nota el primer ministro diocesano– la carnaza a costa de la Virgen está servida –está sirviendo– para ese mundo de las redes sociales, donde suelen imperar, a su libre albedrío, las cobardías más abyectas. Es muy barato opinar (e insultar) bajo pseudónimo rebuscado, y muy difícil dar la cara a pecho descubierto. A tener valor, por no decir cojones, palabra malsonante pero recogida en el diccionario de la RAE. Ya del gurú y empleado diocesano, ‘experto’ en bajadas de vírgenes, mejor no entrar en harina. Y en cuanto a la del escupitajo en bayeta para limpiar la imagen… tampoco. Salvo reincidencia.

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