Maximino Cañón 2

Las citas en aquel reloj, sin averiar

31/10/2023
 Actualizado a 31/10/2023
Guardar

Aunque el reloj situado en la plaza de Santo Domingo, a pesar de las nuevas tecnologías, de vez en cuanto sufre paradas en el funcionamiento, hubo un tiempo en que las jóvenes parejas de leoneses (hora ya mayores) quedábamos citados, para pasar la tarde de domingo en el mencionado ‘reloj de Santo Domingo’ con alguna chica, generalmente, mientras echabas unos pitillos de espera, como expresión de una madurez incipiente.

Ahora, según puedo percibir en mis paseos vespertinos, el lugar de los encuentros, creo, se ha trasladado a los aledaños del Banco de Bilbao y de las paradas de autobuses en la plaza de Santo Domingo. Da gusto, sobre todo en los días y horas en los que no hay clases o han finalizado, ver como ese sitio sigue siendo el preferido por la juventud en sus encuentros porque nos avivan los recuerdos.

Algo que no acabo de asimilar, ahora que estamos rodeados de las nuevas tecnologías, son las constantes paradas que el famoso reloj viene teniendo porque, aunque actualmente nos sobran medios para llevar la hora, no se sea capaz de mantener el citado reloj en un constante funcionamiento. A mi, como creo que como a muchos de los viandantes, nos hace ilusión echar un vistazo de vez en cuando, desde una cierta distancia, divisando que hora es, sin sacar las manos del bolsillo, recordando aquellos años en los que tener un reloj de pulsera era considerado un cierto lujo, o premio, por haber obtenido buenas notas en el colegio.

Entre mis recuerdos se encuentran aquellos de cuando uno regresaba de hacer la ‘mili’ (o el servicio militar, en África), y traías un reloj para tu padre y unas medias de cristal para la madre o hermanas, con los pocos ahorros que te quedaban, ya que allí se conseguían a mejor precio y en la península no eran fáciles de adquirir, lo cual era sinónimo de la mayoría de edad y era cuando, generalmente, podías fumar delante de la familia.

Para los que peinamos canas, o no por falta de materia prima, y con unas vivencias a nuestras espaldas, nos acompañan en la memoria aquellos encuentros fallidos, a pesar de haber quedado con alguna chica en el recurrente reloj, mientras ellas, en pandilla, se desternillaban de risa observando desde una prudente distancia, el plantón que, entre paseos cortos, el chico aguantaba en las cercanías del citado instrumento para medir el tiempo como testigo.

A lo que me quiero referir es a que, ¿como es posible que hoy, con la tecnología existente, este más veces averiado, sobre todo por una de las dos partes, que cuando los relojes eran analógicos?, es decir, sin mayores complicaciones tecnológicas.

Ahora, cuando uno pasa cada día por el mencionado lugar, y echas la vista atrás con cierta nostalgia, y te vienen a la memoria aquellos tiempos de juventud, no puedes por menos que comparar aquellas ilusionantes citas con las que ahora se tienen, pero para ir al medico.

Lo más leído