Maximino Cañón 2

Cine e ilusión por doquier

26/09/2023
 Actualizado a 26/09/2023
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Cine: palabra mágica en los tiempos en los que uno era joven y que nos trasladaba a situaciones y mundos desconocidos que nos hacía anhelar lo que en aquellas pantallas veíamos. Esto está en relación al Teatro Trianón, de nuevo de actualidad, y dedicado mayormente a la proyección de cine, en tiempos en los que la proyección de películas hacía que todos los fines de semana se agotaran las entradas excepto para la sesión vermouth (nunca supe lo que era eso) y, sobre todo las de las siete de la tarde, que era donde las parejas buscaban su cobijo en la oscuridad procurando que los acomodadores no percibieran tales situaciones haciendo intervenir a la autoridad gubernativa (policía secreta) que, para preservar el orden y la moral, tenía reservada una butaca en las ultimas filas identificada como: «autoridad gubernativa». A nosotros, sin entrar todavía en la etapa del desarrollo sexual, lo que nos interesaba era lo que ocurría en la pantalla y si era en colores mejor. Lo de conocer a los directores de cine vino después. Nosotros íbamos al grano, es decir, por este orden, primero de que trataba: si era de indios, de espadas, de piratas o de risa, los musicales no eran de nuestro agrado porque, además, como eran en inglés nos quedábamos sin entender lo que decían; después nos interesábamos por quienes eran los ‘gichos’, es decir, los protagonistas. La definición de ‘gicho’, palabra desconocida en otros lugares (que yo sepa), era empleada para señalar al protagonista, ya fuera de espadas, de tiros, de risa o de amor. Eran tiempos de Alan Ladd, de James Stewart, Jaimito, y como no, el que más nos gustaba: Charles Chaplin (Charlot), el cual, aunque la mayoría de sus películas eran mudas, nos hacía reír con sus geniales interpretaciones. Omito la interminable lista de actores y actrices que nos acompañaron en el despertar de la pubertad, plasmadas en las pantallas. Lo que aquí reflejo está relacionado con la reciente noticia referida a la autorización del Ayuntamiento para que una cadena de gimnasios pueda lograr la reapertura del mencionado Trianón, después de 18 años cerrado con el consiguiente deterioro. Al tratarse de un edificio protegido deberán respetarse la fachada y partes del interior que nos se encuentren dañadas. Este edificio fue puesto en venta en el año 2007 por más de cuatros millones de euros sin que nadie optara a su compra.

Para los chicos de entonces, la inauguración de un cine, era como el nacimiento de una nueva ilusión. Recuerdo con la nostalgia del paso de tiempo cuando, pendiente de su inauguración, pasamos por allí los chavales de la calle de Renueva para ver en las carteleras los próximos estrenos y si era para menores, que eso era otra limitación de entonces, ya que a la menor insinuación amorosa la censura, tanto la civil como la religiosa, aumentaba la calificación moral y te encontrabas con el impedimento de la edad, salvo algunos domingos que, en la sesión de las 3:30 de las tardes, echaban lo que se conocía como «la gichada», exenta de acercamientos entre ambos sexos, aunque la sangre de los tiros corriera a raudales. Ah, no lo he dicho, la película con la se estrenó en teatro Trianón, cine para nosotros, fue con ‘El halcón del desierto’ . Para los que no le conocieron baste decir que el Trianón albergaba unas 1225 localidades y todas en butaca, si bien las de principal eran de madera y las de patio tapizadas, en tiempos en años en que los asientos en general eran, como dirían ahora, a su caer y todo ello a unos precios más que asequibles. Del cine queda mucho más, pero tiempo habrá.

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