03/12/2025
 Actualizado a 03/12/2025
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Un manto de nieve y silencio se posó sobre las montañas de la cordillera. La vegetación duerme bajo la escarcha y los animales vagan aturdidos buscando algo que llevarse a la boca.

Desde el mítico Teleno, hasta la montaña palentina, Penubina, Montes Aquilianos, Riaño y bajando, Posada de Valdeón. Los turistas se han retirado y el paisaje recupera su esplendor.

Bajando desde Valdeón hacia Cordiñanes y Caín, se encuentra una discreta construcción que explica cómo era la vida - hoy tradición- de estas tierras, para sobrevivir en un medio hostil. Hablo del “chorco de los lobos”.

Un incierto día me sorprendió ver un grupo de gente bien ataviada, sin botas de monte, ni chubasquero, ni mochila. A cambio llevaban maletines, bolsos de marca, zapatos de tacón, carpetas y una serie de objetos impropios para aquella excursión. Algunos rostros pude reconocer, aunque nunca los había visto por aquí; pero, de inmediato caí en la cuenta porque salían en televisión. Eran políticos, parlamentarios y altos cargos.

Llegados al lugar, la extraña construcción despertó su curiosidad e intrigados y sin saber dónde, se adentraron por el angosto corredor que culminaba en el lugar donde el canis lupus era sacrificado.

El lobo sigue su tendencia natural, en busca de sustento. Los del sanchismo, se nutren de rapiña, sexo, dinero y poder. Al animal lo atacan con piedras los paisanos. A los otros, el pueblo los castiga con insultos como que te vote Chapote; un galgo de dos patas, en Paiporta y les mentan a las pobres madres que tuvieron la desgracia de parirlos. Un rasgo común es que tanto en unos, como en otros se trata de depredadores.

Cuando se dieron cuenta del error que los había llevado hasta aquel lugar, escaparon entre rumores, disculpas e insidias. Ya no eran los pasos quedos. Había prisa por salir e incluso se produjo algún tumulto. Fuera esperaban los coches oficiales, policía e incluso un helicóptero porque en estos parajes, no había espacio para el Falcon.

Restaurada la calma, sólo quedaron cuatro personajes. Un tal Koldo, un tal Cerdán, un fiscal gocito... un fulano al que llamaban Ábalos y un jodío Aldama que los había aproximado a la cárcel. Entre ellos hablaban de compañeros de fatigas que pronto vendrían a hacerles compañía. Gente de alto standing, no tan zafia como los allí presentes. El canto del gallo, el repique de una campana y la luminosa luz en la ventana, me despertaron.

Sobre la mesa esperaba el desayuno: Café, orujo, cecina, jamón, y quesos de la zona. Al lado, un periódico del día, que hablaba de una mafia corrupta en el seno del gobierno. Los mismos personajes que yo vi, o creía haber visto y otros imputados que hacían cola. Me froté los ojos y me di cuenta de que lo que yo había tomado por una pesadilla ¡era la realidad!

De seguir así, pronto se quedará pequeño chorco. Plazas ilimitadas, soliciten la reserva.
 

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