06/11/2015
 Actualizado a 18/09/2019
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La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido, junto al tabaco y el asbesto, el consumo excesivo de carnes procesadas por la industria (fiambre, embutido, hamburguesas y salchichas) en el primer de los cinco niveles en los que agrupa a los posibles agentes cancerígenos. Es decir, existen evidencias sólidas de que las carnes procesadas producen cáncer. Los científicos de la prestigiosa agencia afirman que el consumo de al menos 50 gramos al día de carne sometida a diversas manipulaciones para mejorar su sabor, su vida útil y evitar contaminaciones por agentes bacterianos eleva el riesgo de sufrir un cáncer colorrectal entre 1,10 y 1,28 veces, respecto a los que no la comen.

¿El estudio ha dicho algo que no supiéramos? Pues no. La relación entre el consumo abusivo de carne procesada y, por ejemplo, las enfermedades cardiovasculares es uno de los grandes problemas de nuestra salud pública. Los comedores asiduos de carne procesada industrialmente no siguen una dieta saludable. Lo curioso ha sido la alarma causada y algunas de las reacciones provocadas. Dentro de la barbaridades que uno ha podido leer en estos días está la llamada, por parte algunos políticos comarcales, a la «desobediencia» ante el informe de la IARC puesto que el sector cárnico es «uno de los motores económicos de la Comarca». Esto me hace recordar las reacciones que surgieron cuando el tabaco fue considerado como sustancia cancerígena y se llamaba también a desoír las recomendaciones de la OMS.

Frente a estas «desobediencias» al sentido común quizá habría que recordar las palabras del coordinador el estudio de la IARC, el médico y epidemiólogo Kurt Straif: «Que el público decida en quién confiar, la industria o nosotros. Nuestra fortaleza reside en que los mejores científicos de este campo, sin conflictos de intereses ni lazos con empresas u otros grupos, han analizado todas las pruebas científicas existentes y han llegado a la mejor conclusión posible». En cambio, la industria y, en el Bierzo también sus políticos, tienen un interés: su objetivo es que las ventas de carne procesada no dejen de crecer. Y se podría decir más, las dietas que prescinden totalmente de las carnes procesadas por la industria son mucho más sanas y recomendables. En definitiva, que a la vista de las conclusiones de la IARC, ha llegado el momento de abandonar la «carne industrial».
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