«Es un verdadero cenagal de aguas turbias que derrocha humedad insalubre por el poder de atracción sobre la niebla que tiene». Eso, debí de soñar que, uno de mis seres queridos decía de la ribera del Torío, cuando lo normal es que los leoneses la adoremos. Para lo cual no faltan motivos, verdecita y masmenos armoniosamente construida como está y campando en ella el espíritu creativo, representado libertariamente por La Xana del Torío.
Es la Xana todo el espacio de alrededor y la propia estación de Feve de Pedrún, transformada en comedor, albergue, sala de conciertos y ouijas donde se hacen fiestas a ritmo de drum’n’bass y ska, y cualquier día aparecen por allí Califato 3/4 (tres POR cuatro) a montar una procesión. Once de doce meses el frío está garantizado y el humo chimenoso también y hay que tener cuidado con el tren de la vía estrecha, que sería una pena que causase baja a algún miccionante despistado. Pero la peña que lo lleva es activísima y muestra orgullo del Torío.
Yo hablo de aquello como «donde los hippies de Pedrún» por culpa de unos floreados columpios colgados de árboles con el asiento a cinco metros del suelo. Me recuerdan la estética neohippie del catálogo de Mango del 93 con Schiffer y Campbell. Aunque del carácter complaciente de los hippies los gestores tienen poco. Estos del Torío dan bufidos si hay que darlos.
Estuvimos comiendo un domingo reciente en la pradera que tienen con los arbolitos, jugando al twister sobre mojones de hormigón y tomando el vermut. Tan bien se estaba que nuestra conseguidora titular se volcó y convenció al rastafari gestor de que nos diese de comer, a pesar de que media hora antes se había resistido porque se le avecinaba un grupo de quince y otra mesa grande para él solo. Lasaña, pizza y hamburguesa nos sacó bien ricas. Una vez satisfechos, los chicos quisimos tomar café. Y así lo pedimos. Pero nos dijo el tío que el café lo recogiésemos en la barra, que no daba abasto a llevar comandas. Por seguir sentados al solete renunciamos al café y un ratito después volvimos a levantar la mano para pedir la cuenta, momento en el cual todos los vientos del norte se concentraron en la boca del libertario regente, a quien pusimos en el disparador con nuestra petición acomodada. Y sonó el bufido del Torío, que no soñé.
Encajamos, agradecimos habernos dado de comer a pesar del jaleo y yo para mis adentros me dije que la próxima vez iré a la Xana a pegarme unos bailoteos, haya niebla o bufidos.

Bufido del Torío
27/02/2022
Actualizado a
27/02/2022
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