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Así es, si así os parece

25/10/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Me he tomado la libertad de copiar este título de Pirandello porque, además de venirme bien, evoco el genio de este comediante, en una ciudad sin teatros.

Hace no tantos años, los hombres se daban la mano para cerrar un trato, en la plaza del ganado o en las ferias de Lucillo. Un tijeretazo en las crines del animal bastaba. Sin firma ni papeles, aquello iba a misa, porque la palabra tenía valor de ley. Había más rigor y más autenticidad en la venta de una mula, que en los programas electorales, la burocracia,los despachos ministeriales y las componendas –llamadas pactos– de políticos con ambiciones, pero sin oficio ni beneficio.

La gente vivía honradamente de su trabajo y no necesitaba engañar ni vampirizar a sus semejantes con supercherías. Algo tan sencillo como «al pan, pan y, al vino, vino».

Hasta el charlatán de la plaza de las Palomas, que hipnotizaba con su elocución a la gente de los pueblos, te regalaba junto con el cortaúñas, unos bolígrafos de colores inéditos. Era una forma de engaño amable, blanco, gracioso. Pero, lo que es charlatanes, no faltan, no. Ni incautos que se dejan convencer por las muchas estupideces que se difunden por los medios. Incluso en català y sobre todo, en catalá.

Echando mano del filósofo Schopenhauer, sabemos que «una mentira, repetida cientos de veces acaba pareciendo una verdad». Y ésta máxima, junto con el victimismo, es la estrategia de los catalanes separatistas que hacen dudar a algunos, a los medios e incluso el gobierno que se pregunta si no habrá algo de razón.

Magistral es la tontería del republicano Junqueras, que rozaría los límites del absurdo, si no fuera por el racismo que destilan -que ya sufrimos con el Padre Arzalluz–. Puyol abrió el camino: «El andaluz es un hombre poco hecho, ignorante cultural, mental y espiritualmente...». Incalificable. Y ahora su acólito e indocumentado Junqueras: «Cataluña tiene más proximidad genética con los franceses, que con los españoles y, más, con Suiza». Y añade: «España con los portugueses –ya me gustaría– a diferencia de los catalanes, y muy poca con los franceses». ¿Es así como enseñan los colegios en Cataluña?

«Così è, se vi pare», diría Pirandello. Yo, más.
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