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Aquellos especiales (trenes), y veraneos

04/07/2023
 Actualizado a 04/07/2023
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Cuando hemos dejado atrás junio con nuestra fiestas patronales ya disfrutadas, encaramos el mes de julio en que, normalmente, tomábamos las vacaciones, sobre todo cuando estábamos en edad de estudiar. Al periodo de tiempo al que refiero tampoco es que fuera muy generoso, en cuanto a proporcionar satisfacciones veraniegas, fuera de las de eximirte de asistir a clase o de ir a casa de tus parientes cercanos en el pueblo cuando todavía había bastante gente y mucha juventud, para poder divertirte sin horario para acostarte. Esto último era muy valorado acostumbrado a las limitaciones que tus padres te imponían en León. Algo inolvidable, para los que tenemos una alta edad, fue el tren de Matallana el cual, atendiendo a la demanda que por aquel entonces se producía los domingos, no dudaba en poner en servicio un especial con los vagones de viajeros que hicieran falta. Este tren, no me cansaré de repetir, nunca fue rentable económicamente pero sí fue portador de una riqueza social esperada, al ser asequible a familias y pandillas que, al no disponer de medios para otros desplazamientos a lugares de mayor prestancia, nos teníamos que conformar con lo que aquí se nos ofrecía. La verdad es que como tampoco teníamos grandes necesidades creadas nos conformábamos con lo poco a lo que tuviéramos acceso. El ir de viaje a la querida localidad de Boñar algunos domingos, organizado por Radio León para sus socios cooperadores, con orquesta y todo para después de comer la consabida tortilla, el filete empanado o la paella hecha en el mismo soto, y la irrenunciable siesta posterior, echar unos animados bailes al ritmo de la mencionada orquesta hasta la salida del ultimo tren de vuelta conocido como ‘el especial’, o tren escoba de las diez, el cual albergaba la totalidad del personal que, durante la mañana, habiendo venido en otros trenes, apuraban hasta el ultimo momento. Los destinos que más gente atraían eran Garrafe, Pedrún, Manzaneda, Pardavé, Matallana, La Vecilla y Boñar, sin olvidar a Cistierna. El que tuviera un buen río y buenas sombras era el preferido para buscar el alivio que las aguas frías proporcionaban. Siempre recuerdo como siendo niño, y al ver llegar el especial los domingos por la noche, bajaban del tren cientos de personas abatidas por el sol y las incomodidades del terreno, así como con la piel roja de soportar los rayos solares con menos protecciones de las que ahora se tienen, suplicando que no se les tocara la espalda pues la tenían al rojo vivo, lo cual les hacía mantener esta precaución varios días. En cualquier caso quiero destacar, ahora que las mujeres están reivindicando la igualdad que se les ha venido negando, y que tanto se merecen, que ellas eran las se llevaban la peor parte siendo las encargadas de organizar la comida, la recogida y el lavado de platos, mientras el llamado sexo fuerte (qué error) descansábamos de los esfuerzos ajenos, a la sombra, y echando un pitillo, o faria, aportando lo poco necesario que el trabajo requería pasando, de esta forma, la mayoría de aquellos días de verano sin casi movernos de casa y dando pocos palos al agua. Dentro de lo que el verano podía ofrecernos en la ciudad, un servidor, junto con mi inseparable y desaparecido amigo Albino, aprovechábamos algunos domingos para asistir a lo que más nos gustaba, el cine de tarde, sabiendo que, al haber poca asistencia, las salas solían estar frescas haciendo que de esta manera se nos hicieran más llevaderos aquellos días. La cosa, como muchos de los que esto lean conocerán, cambió sustancialmente, para mejor, haciendo que hoy, una gran mayoría de la gente, pueda ir a destinos inimaginables entonces disfrutando de buenos hoteles y de aguas cristalinas en las playas sin tener que ser una carga para nadie. A los que tanto quisimos, y que hoy no se encuentran a nuestro lado, pero que siempre estarán en nuestros corazones.
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