El mes de junio, el que da la bienvenida al verano, es ansiado por unos y temido por otros. Quienes hemos tenido o tienen el trabajo de la docencia no podrán negar que es éste un mes muy esperado por eso de que están cercanas las merecidas vacaciones; pero para los estudiantes son días de angustia. También lo sabemos por experiencia. Realmente se pasa mal.
Pongámonos, pues, en la piel de nuestros estudiantes y en especial en los que estos días están con lo que antes se llamaba selectividad y ahora llaman PAU (Prueba de acceso a la universidad). En primer lugar, merecen nuestra felicitación por haber llegado hasta aquí. Otros han ido quedando por el camino. No incluimos en éstos a los que han preferido optar por la formación profesional, pues no es necesario que todos tengan títulos universitarios y, además, es probable que tengan más facilidades para acceder al mundo laboral.
Lo que sí parece deseable es que unos y otros tengan una formación integral que les ayude no solamente a tener unos conocimientos de determinada materia, sino a ser mejores personas y a descubrir el sentido de la vida. Es un poco triste que las leyes de educación se utilicen como arma arrojadiza de unos gobiernos contra otros, sin llegar al deseado pacto educativo. No olvidemos que la actual ley de educación, la Lomloe, fue aprobada en plena pandemia, con nocturnidad y alevosía.
Si sentimos compasión de los que ahora están examinándose para acceder a la universidad por el agobio que producen los exámenes, también nos hacemos cargo de lo que supone para muchos de ellos encontrar un lugar donde vivir y estudiar, con los pisos por las nubes, si es que se encuentran. Nos ponemos ahora en la piel de sus padres. Ciertamente, todo esfuerzo merece la pena, pero no deja de ser preocupante que España sea uno de los países de Europa con más paro juvenil. Hoy por hoy parece un sueño imposible el poder llegar a formar una familia o a tener casa propia. Pero, a su vez, estos jóvenes de hoy son los que un día tendrán en sus manos cambiar esta sociedad corrompida y desquiciada.
Estudiantes, os deseamos éxito en los exámenes, buena formación en los futuros estudios, alcanzar la meta deseada, titulando y encontrando trabajo para mejor servir a la sociedad, pero, sobre todo, que lo hagáis un poco mejor que muchos de los que hoy la desgobiernan y la manipulan, pesando más en sus propios intereses que en el bien común. Que nadie os robe el futuro.