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Amebas y paramecios

14/12/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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Por la salud pública y ornato de la ciudad». Así figura en las fuentes de León del siglo XVIII, inauguradas por Carlos IV. Un aspecto importante para una urbe, que con la llegada del AVE, sueña con cierta proyección turística. Una de mis predilectas es la Copona, junto a la del Portillo, arrinconada entre naves industriales y la casa del descuartizamiento. Ambas a la entrada de la ciudad donde los viajeros aplacaban la sed, tras atravesar páramos y estepas. Pero las botellas de pvc les han arrebatado su función y sólo son testigos de la Historia. Por eso, antes de seguir, creo que la del Portillo bien pudiera ser rescatada para otro espacio urbano donde luciera más.

Como el lector sabrá, la NC convoca un concurso para elegir la plaza más bonita. Una buena candidata sería de del Grano, pero habrá que esperar a ver cómo la dejan de desvirtuada. Un saludable paseo por parques y jardines, puede servir para comprobar su abandono y suciedad, de botellas, latas, envoltorios, colillas, jeringas, etc. que envilecen unos rincones concebidos para disfrute, descanso y conversaciones amigables. En algunas se yergue una fuente, que suele ser una prueba más de su abandono. Por citar alguna, la del parquecito de Santa Ana, convertida en una charca donde, que cualquier día es colonizada por mosquitos –el zika no, de momento– amebas y paramecios. Más lamentable es la inversión que se hizo a la entrada de León, por la carretera de Valladolid, que lleva meses sin una gota que resbale por donde debería fluir. Por los canales la Chantría circula toda la porquería que el viento arrastra, no poca. Pero la guinda es el mamotreto de Pinilla, donde se instalara un vagón inmundo de Feve, que ha sido sustituido por un telar –como se entiende en León– de hormigón que, de salir agua, juzgaríamos que fuera fuente.

Imagino que alguien habrá en el Ayuntamiento que se ocupe de estos asuntos. Lo mismo imagino, que bien remunerado, para el trabajo que desempeña. Lo único que pediría es que nuestros gestores viran la ciudad como los ciudadanos la vemos. ¡Claro que, para eso habría que salir alguna vez de los despachos!
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