Víctimas del postureo

M. Almeida
28/05/2017
 Actualizado a 28/08/2019
Postureo. Cómo gusta un buen postureo. Esa rapidez por ver las fotos exclusivas de esa persona que tanto admiras y su nuevo vídeo de qué está haciendo mientras come o va al ‘gym’ es tan increíble como lamentable. Últimamente están muy de moda esas personas que no tienen ni oficio ni beneficio pero sí tienen seguidores. Gracias a Dios, tienen seguidores. Gracias a Dios, son atractivos. Gracias a Dios, no tienen que saber pensar o que buscarse un trabajo de verdad ni sudar la gota gorda para conseguir nada que no sea un palo de ‘selfie’ más largo o un paisaje más inspirador. No digo que no pueda haber personas que admiremos porque realmente valgan la pena y de verdad se merezcan ganar dinero en este mundo. Solo digo –y espero que se me entienda– que no es aceptable que esas personas que de verdad tienen contenido y aportan algo más que su cena de los viernes, se mezclen con aquellos que no tienen el más mínimo mérito en nada. Bendita gente. Me ponen de los nervios. Me ofuscan y me frustran. No los consigo entender, y mira que me esfuerzo. Lo peor de todo es que van en aumento, se elevan a la misma velocidad que sus seguidores en Twitter y sus ‘me gusta’ en Instagram. Porque molan mucho sus fotos, porque en sus mensajes dejan entrever una personalidad fuerte y ejemplar, con frases motivadoras de líder. Es muy triste y parece ser que ellos no se dan cuenta. El único consuelo que queda es que al menos son efímeros. O bien caen por su propio peso, por su falta de habilidad para sujetar esa mascara que creían tan pegada, o bien por sustitución, por alguien más «guay» y más guapo, por alguien que ha buscado más las frases motivadoras y los fondos inspiradores. Pobres de ellos, los sustituidos y los sustituidores. Pero aún más de los seguidores, que ven su mito caer por los suelos obligándoles a recordar que esas vidas son tan suyas como de quienes las crean, que solo tienen en común la profunda y preocupante falta de sentido critico. 
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