Personas católicas llevan más de dos años lanzando alertas ante la posible supresión por parte de TV2 del programa ‘El día del Señor’, que transmite la misa del rito católico los domingos. Sería castigar a los ancianos y enfermos y suprimir una tradición que lleva funcionando desde 1982. Otros países también ofrecen el servicio religioso para personas mayores o impedidas. Además, el presupuesto es muy bajo, según el director de este espacio.
Recientemente, las protestas arrecian en las redes sociales. Hasta hoy la causa era la proposición de ley de Unidos Podemos, presentada en febrero del 2016, pero ahora la extienden al presidente Sánchez. Qué difícil es hablar con quien no quiere oír ni entender nada. Las razones esgrimidas son falsas.
Primero, con la supresión del programa no se castiga a nadie, ya que pueden ver programas religiosos, misa incluida, en otros canales de televisión y radio. Si no tienen una audiencia tan importante, que trabajen para obtenerla. Segundo, que el coste sea muy bajo no es argumento. Ni siquiera lo sería si saliera gratis. Tampoco lo es que exista una demanda social, como dicen.
De lo que se trata es de aplicar el contenido del artículo 16.3 de la Constitución Española: «Ninguna confesión tendrá carácter estatal». El Estado es aconfesional. Por eso los ritos confesionales no tienen cabida en las emisiones de la televisión pública, que debe ser neutral, en cuestión de creencias, para respetar a todos los ciudadanos.
La televisión pública de todos tiene que liberarse de todo lastre o adherencia para recuperar el prestigio que le corresponde. No puede ser igual que las otras cadenas, que velan por sus intereses económicos. Tiene que diferenciarse de ellas, adquiriendo una identidad propia que le permita ser un modelo.
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