Cuando viajaba por la provincia, a eso del café de las 10, coincidía con las madres que ya habían depositado a sus hijos en la escuela.
Un ratito para hablar como amigas; de los conflictos de pareja y de los hijos. Luego, la conversación derivaría hacia el colegio y los maestros. Que no motivan a mi niño; que vaya vacaciones o que les mandan muchas tareas -que por otra parte no hacen- y de lo buenos que son, cuando se les deja hacer lo que quieren y les permiten todos los caprichos. Sin duda los tiempos cambian y lo de ‘clavar los codos’ o ‘empollar’ no se lleva.
Los padres apenas intervenían porque los maestros eran como una autoridad y cuando alguna vez coincidían era para decir: «Usted dele, dele que es muy rebelde». El método pedagógico no podía ser otro que el de «la letra con sangre entra». Brutal.
Contra la costumbre, cierto día se presentaron en el aula los padres de un niño, Jesusín Carranza. Después de una breve conversación, salieron. La siguiente vez que acompañamos a Jesusín, lo llevaban en un pequeño ataud de color blanco. El inocente había contraído una enfermedad que aún hoy, se lleva a muchos niños. Fue mi primer contacto con la muerte que con la edad te sigue más de cerca. «Recuerda que eres mortal» le recordaban los vates al Emperador.
He recordado a Carranza porque el día 29 es el día de las ‘enfermedades raras’. Aquellas en las que nadie invierte por ser menos rentables que los crecepelos, el viagra u hormonas para cambiar de sexo. El mismo olvido por parte de este gobierno, que asigna a Esclerosis Lateral Amiotrófica, apenas 70 millones de euros.
Frente a esto se destinan 40.000 millones para el amigo de Marruecos; 15.000 para los separatistas catalanes y 55 millones para un gorila llamado Koldo, etc. No hay esperanza para los enfermos porque los intereses de este gobierno se fundan montar negocios sucios y forrarse incluso cuando miles de españoles morían en la pandemia. Como dice Illa, que también pilló, hicieron una buena gestión.