Una sentencia firmada por Adif, que tiene desde hace meses un proyecto más que avanzado para desclasificar este trazado histórico y sacarlo del dominio público ferroviario, con lo que se procedería a su desmantelamiento en los tramos en los que aún quedan vestigios de lo que fue una vía para la circulación de trenes, porque varios intervalos llevan años sin hierro ni balasto por haber sido convertidos en vías verdes o, directamente, por ser víctimas de los ladrones de chatarra.

Ya hubo en 2017 una intentona de quitar del inventario ferroviario español la Ruta de la Plata pero no logró los apoyos suficientes al mismo tiempo que en el Congreso de los Diputados se debatió una propuesta para habilitar un presupuesto conducente al inicio de los estudios y los proyectos técnicos para hacer viable la línea que conecta León, Zamora, Salamanca y Extremadura, además de y Andalucía por el sur y Asturias por el norte. Todo un reto para devolver la ilusión a unas de las zonas más olvidadas del territorio español, donde el fenómeno de la despoblación y el de la desindustrialización son dos de las adversidades a las que cada día tienen que hacer frente sus habitantes. Y, teóricamente, sus gobernantes mucho más allá de las campañas electorales.
Por ese motivo, estas cuatro décadas han dado para cientos de páginas de periódico que se han quedado en las hemerotecas con promesas de reapertura, proyectos, planes y palabras que se han quedado ahí. Uno de los proyectos más famosos y ambiciosos fue el denominado Plan Oeste del leonés José Luis Rodríguez Zapatero que se quedó –como tantas otras cosas– en papel mojado y en unos titulares imposibles de llevar a la práctica en un momento en el que los transportes públicos veían mermada su cuota frente a los privados y el movimiento de mercancías por carretera se hacía económicamente más ventajoso frente al ferroviario.
Desde entonces las cosas han cambiado, en parte, y mientras el Ayuntamiento de Astorga ha sido quien todo el tiempo se ha opuesto frontalmente a que el administrador ferroviario llevara a cabo la ejecución de la sentencia a muerte de la línea del Oeste, Adif da luz verde a la tramitación legal del desmantelamiento de una infraestructura que se tardó en construir unos catorce años y en cuya obra se removieron más de 1.500.000 metros cúbicos de tierra y se realizaron trabajos de mampostería por otros 75.000. La vía tenía una longitud de 295 kilómetros y la telegráfica 275, con 4 hilos, y alrededor de cuarenta estaciones más un sinfín de apeaderos que hoy son, en el mejor de los casos, edificios para otros usos, pero en muchos de ellos un inmueble en ruinas o directamente el solar.
La esperanza
La decadencia para los territorios que atravesaba esta línea tras su clausura primero para el tráfico de viajeros y poco después también para el transporte de mercancías es evidente y contrastable a través de las estadísticas. Por eso no faltan planes y proyectos tanto públicos como privados que vuelvan a dar vida a este trazado y a los pueblos que atraviesa, aunque el tiempo ha demostrado que todos ellos han ido a parar al cajón del olvido.El más reciente llega de la mano de la compañía Azucarera, que ha visto en el trazado de la línea del Oeste un aliado para transportar el azúcar que se refina en la fábrica de Jerez de la Frontera (Cádiz) hasta la planta de Benavente, donde se estucha y se envasa el producto para su comercialización, argumentando que este plan de movimiento logístico de la que es una de las mayores compañías de alimentación en España podría reducir un 25 por ciento las emisiones de CO2 en la cadena de distribución.
De Benavente para arriba
Aunque este proyecto no es más que un simple proyecto y las intenciones de Adif son las de zanjar el asunto de la línea con la firma de un documento con el que no haya miramiento alguno a la hora de desmantelar un trazado reducido a chatarra y unos edificios antaño estaciones que en su mayoría hoy ya son ruinas, la duda es si este plan de Azucarera traerá algún beneficio para la provincia leonesa, puesto que la intención es usar la vía para el transporte entre la fábrica jerezana y el centro logístico de Benavente.Mientras las dudas llevan años sembradas en una comarca que cada vez siembra menos remolacha y la fábrica azucarera casi centenaria abre cada temporada menos tiempo, en La Bañeza se ve con buenos ojos ya no solo la recuperación de la vía muerta sino que al menos se mantenga como parte del catálogo ferroviario nacional, lo que se supone que de alguna manera impedirá que pueda ser desmantelada.
Es desde el Ayuntamiento de La Bañeza desde donde recientemente se mostró el más absoluto rechazo a la desclasificación de la vía, calificando esta decisión de «totalmente anacrónica», porque «va en contra de la tendencia global europea de reapertura de líneas férreas». Y mientras en España hay cientos de kilómetros de vías en la misma situación que la del oeste, la de la Región Leonesa, citan ejemplos del país vecino, donde se han rehabierto varios trazados que llevaban décadas abandonados por el interés del Gobierno de Portugal en fomentar medios de transporte de mercancías más sostenibles.
Algo parecido ocurre en Astorga, la ciudad cruce de caminos que aunque no ha perdido todo su movimiento ferroviario porque la Estación del Norte y la línea a Galicia siguen vivas, aún recuerda con ilusión los tiempos en los que convivían los dos trazados y la comarca era un hervidero de gente y de tráfico de mercancías, con la línea del Oeste como canal de exportación hacia el sur de España y también para la llegada de viajeros. Ilusión por la iniciativa privada y esperanza por que la decisión pública no se lleve finalmente a cabo son parte de los ingredientes que León pone en el ferrocarril para que estas zonas vuelvan a tener la vida que el tren se llevó hace casi cuarenta años.