El día de «El Ingeniero»
También podría recordar el patriarca una gesta insólita que pudo ver en Riaño. Andaban por allí los mejores, Antonio entre ellos, pero apareció un desconocido luchador que se apuntó como Rodríguez Verduras y cuentan que tuvo la mejor tarde de su vida, sembrando de rivales la pradera de Riaño. Era de la ribera y en las crónicas posteriores escribían como apodo El Ingeniero, que es lo que era, además de luchador.
Se abriría el desván de los recuerdos del patriarca pues en Vegaquemada se escuchaba por la megafonía: «Al corro El Ingeniero...». En este caso de Cistierna. Y como si la historia quisiera hacer un guiño... la lucha leonesa pagó una deuda que tenía pendiente desde hace años... con El Ingeniero. De nombre, Sergio González, el oficio ya está dicho y es, además, el presidente de su club.
No le pagó la lucha su deuda en cualquier lugar. Tiene mucho sentido que sea en Vegaquemada, porque lo escucha el patriarca en la distancia y porque hace unos años llegó Sergio prácticamente del avión al corro, venía de Inglaterra donde vivía entonces. Y comenzó a tirar rivales como hace él, con la técnica más depurada, hasta que en la final le esperaba su amigo Moisés, La Roca. Esta historia se ha repetido muchas veces pero seguramente Sergio sea el rival que más caídas ha dado a Moisés y a todos los grandes... pero no acababa de rematar ese día de gloria que tanto esperaba y le debían. «Es cierto, estuve dos o tres veces incluso con caída y media».
Pero no logró. Sí logró otra cosa, que entre los aficionados se instalara el dicho de «qué bien lucha el ingeniero, lo hace todo bien, pero...».
Y parecía que la lucha no le iba a pagar la deuda. Va cumpliendo años, su vida es otra, ya es el presi con otras tareas, pero sigue saliendo, con gesto serio, con calidad y sin un mal gesto jamás. Ayer tampoco pero sí hubo un momento en el que se le borró la sonrisa. Se acababa de producir la caída que, a la postre, fue definitiva. Él estaba convencido de que era una entera y estaba celebrando su primer corro cuando vio que los árbitros dudaban. Su cara se ensombreció y cuando le cogieron la mano y se la levantaron sus puños al cielo lo decían todo, su sonrisa más, sus gestos al recoger el trofeo remataban su tarde, la de El Ingeniero.
Y no fue una victoria cualquiera. Adri, su rival en la final, está impresionante.Le había igualado laentera con la que se le adelantó el de Cistierna pero no remató... bueno sí remató, pero Sergio que, al final del corro, se hacía fotos con los suyos para perpetuar un momento histórico. No ocultaba su felicidad, ni mucho menos, cuando le felicitaban.
Y la lucha también debería estar feliz, siempre es bueno saldar deudas, hacer justicia con quien lo merece.
Tal vez pasó algo desapercibido el inicio del camino de Sergio porque se venía de uno de esos combates que quedan en la retina y a los que no falta ni el bautizo del dolor.
Fer, victoria a cara de perro
Luchaban la final de ligeros el gran favorito, resultados cantan:David Riaño. Frente a él uno de los jóvenes que quieren batalla, Fernando el de la Sobarriba (Fer), que venían de batallas diversas, con Javi Oblanca, Jesús Martínez, Florián, El Halconero... cuando en la penúltima caída tuvieron uno de esos choques que suenan, uno para cada lado. David se rasca, Fer tiene el ojo morado pero tras un breve paso por el taller se agarran con ganas. Adri (primo de Fer) le pide que aproveche la ventaja, que gane el pecho, que espere, que se agache... unas cosas las hace, otras no, pero en la caída definitiva le salió bien la jugada después de que esa ventaja la ganara con una caída de mucho poder y ganas, tanto que a la grada le costaba definirla: «Tiene un cuarto de tranque, dos cuartos de mediana y otro cuarto de falseo», explicaban.
Fue el primer feliz de la tarde; no era su primer corro ganado pero sí era el segundo... Y quiere meterse entre los de arriba que se ha descolgado un poco. Hasta el final del corro anduvo con una bolsa de hielo en el ‘ojo negro’ pero, la verdad, no daba la impresión de que sintiera mucho dolor. Su cara delataba más felicidad que dolor.
Tomasuco, sin novedad mi capitán
Hemos ido a saltos y ya solo resta semipesados. «Sin novedad mi capitán» es la expresión que había definido los ocho corros celebrados; es decir, victoria de Tomás González, Tomasuco de La Vecilla, al que nadie había sido capaz de plantar cara.
Había una novedad en la previa, antes de saltar al corro pues, por primera vez en esta Liga, se había inscrito Rodri, La Perla de Cistierna, seguramente el luchador que ha tenido batallas más épicas con el de La Vecilla. Y el bombo fue caprichoso y los emparejó en la previa:«Eso, de perder... perder pronto», bromeó Rodri, que a buen seguro estaba con otras ideas en la cabeza. Nada más agarrarse Tomasuco le dio una entera, parecía que aún no era el tiempo de Rodri pero sacó la cara Perla y le dio una caída de esas suyas, una cadrilada dada casi como sin querer, pero bella y eficaz. En 13 segundos dos caídas. Es lucha, pero Uco remató con un saque a vueltas que le acercaba al «sin novedad, mi capitán» por más que Rubo lo volvió a intentar en la final. No lo logró y Tomasuco recibió el trofeo del cuarto miembro de la saga, Iván, que igual se anima después del éxito de Davizuco.
SE va marchando la gente. La comisión sortea cabritos y cosas. Los rumores se apagan y desde su ventana el patriarca de la lucha escucha cómo han ganado Fer, El Ingeniero, Uco y Unai.